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Conducción del Niño
hijos como la justicia de la escuela exigen que, en lo que sea posible,
apoyen y honren a aquel que comparte su responsabilidad.—
La
Educación, 275
.
Nunca se debe criticar al maestro delante de los niños
—Pa-
dres, cuando el maestro de la escuela de iglesia procura educar y
disciplinar a vuestros hijos a fin de que obtengan la vida eterna, no
critiquéis sus acciones en presencia de ellos, aun cuando parezca
que es demasiado severo. Si deseáis que den su corazón al Salvador,
cooperad con los esfuerzos que hace el maestro para su salvación.
Cuánto mejor es que los niños, en vez de oír criticas, oigan de los
labios de su madre, palabras de elogio acerca de la obra del maestro.
Estas palabras hacen impresiones duraderas, e inducen a los niños a
respetarlo.—
Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, 119
.
Si llegan a ser necesarias la crítica o algunas sugestiones en
cuanto al trabajo del maestro, debe-ran indicarse a él en privado.
Si esto no da resultado, preséntese el asunto a los responsables de
la dirección de la escuela. No se debería decir ni hacer nada que
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debilite el respeto de los niños hacia aquel de quien depende en tan
extenso grado su bienestar.—
Consejos para los Maestros Padres y
Alumnos, 124, 125
.
Si los padres quisieran ponerse en la situación de los maestros
y ver cuan difícil resulta necesariamente manejar y disciplinar una
escuela de centenares de alumnos de todos los grados y diversas
mentalidades, es posible que, al reflexionar, verían las cosas en forma
diferente.—
Joyas de los Testimonios 1:538
.
La insubordinación con frecuencia comienza en el hogar
Al permitir que sus hijos hagan lo que les plazca, quizá piensen los
padres que son muy cariñosos, pero están practicando el peor tipo
de crueldad. Los niños pueden razonar y su alma es dañada por una
bondad irreflexiva, aunque a los ojos de los padres les parezca que
esa bondad es conveniente. A medida que los niños crecen, su insu-
bordinación crece también. Quizá traten de corregirlos sus maestros,
pero con demasiada frecuencia los padres se ponen del lado de los
hijos y el mal continúa creciendo, revestido, de ser posible, con una
cobertura de engaño todavía más oscura que antes. Otros niños son
descarriados por la conducta indebida de esos niños, y sin embargo
los padres no pueden ver el mal. Escuchan las palabras de sus hijos