Conocimiento y obediencia de las leyes de la vida
291
comprender la filosofía de la salud es una salvaguardia contra mu-
chos de los males que van de continuo en aumento.—
Consejos para
los Maestros Padres y Alumnos, 106
.
Haced que la instrucción sea progresiva
—Mediante lecciones
sencillas y fáciles se deberían enseñar desde sus primeros años a los
niños los rudimentos de la fisiología y la higiene. Esta obra debería
empezar por la madre en el hogar y continuar fielmente en la escuela.
A medida que la edad de los alumnos aumenta, se debería seguir
instruyéndolos en este ramo, hasta que estén capacitados para cuidar
de la casa en la cual viven. Deberían comprender la importancia
que tiene el evitar las enfermedades mediante el mantenimiento del
vigor de cada órgano, y también se les debería enseñar cómo deben
desempeñarse en caso de enfermedades comunes y de accidentes.—
La Educación, 192
.
No es suficiente el conocimiento de los hechos
—El estudiante
de fisiología debería aprender que el objeto de su estudio no es
[341]
meramente la obtención de un concocimiento de hechos y principios.
Este sólo daría poco beneficio. Puede ser que tener aire puro, pero a
menos que llene debidamente sus pulmones, sufrirá los resultados de
una respiración imperfecta. Debe comprenderse, pues, la necesidad
de la limpieza, y proveerse las facilidades necesarias, pero todo
será inútil a menos que sea puesto en práctica. El gran requisito en
la enseñanza de estos principios, es impresionar al alumno con su
importancia, de modo que los ponga escrupulosamente en práctica.—
La Educación, 196
.
Es necesario un conocimiento de las leyes de la naturaleza
—
En el estudio de la fisiología, no se incluyen por lo general algunos
asuntos que deberían considerarse, asuntos que son de mayor valor
para el estudiante que muchos de los detalles tecnicos comúnmente
enseñados bajo ese titulo. Como principio fundamental de toda la
educación correspondiente a este ramo, se debería enseñar a los
jóvenes que las leyes de la naturaleza son las leyes de Dios, tan cier-
tamente divinas como los preceptos del Decálogo. Dios ha escrito
en cada nervio, músculo y fibra del cuerpo las leyes que gobiernan
nuestro organismo. Toda violación descuidada o premeditada de
estas leyes es un pecado contra nuestro Creador. ¡Cuán necesario es,
pues, que se imparta un conocimiento completo de estas leyes!—
La
Educación, 192
.