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Conducción del Niño
Prepáreselos en una forma sencilla y apetitosa
—Dios ha pro-
porcionado al hombre abundantes medios para satisfacer un apetito
no pervertido. Ha desplegado delante de él los productos de la tierra:
una generosa variedad de alimentos que son apetitosos para el pala-
dar y nutritivos para el organismo. Nuestro benévolo Padre celestial
dice que podemos comer libremente de estos alimentos. Las frutas,
los cereales y las verduras preparados en una forma sencilla, sin
condimentos ni grasas de ninguna clase, constituyen, con la leche o
crema, el régimen más saludable. Nutren el organismo y dan un po-
der de resistencia y vigor al intelecto que no se consiguen mediante
un régimen estimulante.—
Counsels on Diet and Foods, 92
.
El apetito no es guía seguro
—Deben escogerse los alimentos
que mejor proporcionen los elementos necesarios para la reconstitu-
ción del cuerpo. En esta elección, el apetito no es una guía segura.
Los malos hábitos en el comer lo han pervertido. Muchas veces pide
alimento que altera la salud y causa debilidad en vez de producir
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fuerza. . . . Las enfermedades y dolencias que prevalecen por doquie-
ra provienen en buena parte de errores comunes respecto al régimen
alimentario.—
El Ministerio de Curación, 227
.
Niños que se dejan guiar por un apetito descarriado
—Mien-
tras estábamos en los vehículos, oí que los padres decían que sus
hijos tenían un apetito delicado, y que a menos que se les diera
carne y tortas no podían comer. Cuando llegó la hora del almuerzo,
observé la calidad del alimento que se daba a esos niños. Era pan
blanco, tajadas de jamón condimentadas con pimienta negra, encur-
tidos, tortas y frutas en conserva. La faz pálida y cetrina de esos
niños indicaba claramente el abuso que sufría su estómago. Dos de
esos niños observaron a otra familia cuyos niños comían queso con
su alimento, y perdieron el deseo de comer lo que estaba delante
de ellos hasta que su indulgente madre pidió un pedazo del queso
para darlo a sus hijos, temiendo que sus queridos niños no pudieran
continuar con su comida. La madre observaba: “A mis hijos les gusta
tanto esto o lo otro, y yo dejo que coman lo que quieran; porque el
apetito demanda la clase de alimento que necesita el organismo”.
Esto podría ser correcto si el apetito no se hubiera pervertido
nunca. Hay un apetito natural y un apetito pervertido. Los padres
que han enseñado a sus hijos, durante toda su vida, a comer alimento
que no es saludable y que es estimulante hasta que se pervierte el