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Comiendo para vivir
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gusto al punto de que piden arcilla, tiza, café quemado, borra de té,
canela, clavo de olor y especias
, no pueden pretender que el apetito
[358]
demanda lo que requiere el organismo. El apetito ha sido educado
falsamente hasta que se deprava. . . . El estómago del cual se ha
abusado no lleva a cabo la obra que le corresponde, a menos que
se lo acicatee mediante sustancias estimulantes. Si a estos niños se
los hubiera educado desde su infancia a comer solamente alimento
saludable, preparado de la manera más sencilla, preservando sus
propiedades naturales en todo lo posible y evitando las comidas
de carne, grasa y todas las especias, el gusto y el apetito estarían
indemnes. En su estado natural podrían indicar, en gran medida,
el alimento mejor adaptado para las necesidades del organismo.—
Counsels on Diet and Foods, 239
.
¿Qué diremos en cuanto a la carne?
No prescribimos un ré-
gimen definido, pero decimos que en los países donde abundan las
frutas, los cereales y las nueces, la carne no es el alimento adecuado
para el pueblo de Dios. Se me ha indicado que la carne propende
a animalizar la naturaleza, a despojar a los hombres y mujeres del
amor y la simpatía que debieran sentir por cada cual, y hace predo-
minar las pasiones bajas sobre las facultades más elevadas del ser.
Si el comer carne fue alguna vez saludable, no lo es ahora.—
Joyas
de los Testimonios 3:359
.
Razones para descartar la carne como alimento
—Los que
comen carne no hacen más que comer cereales y verduras de segunda
mano, pues el animal recibe de tales productos el alimento que lo
nutre. La vida que estaba en los cereales y en las verduras pasa al
organismo del ser que los come. Nosotros a nuestra vez la recibimos
al comer la carne del animal. ¡Cuánto mejor sería aprovecharla
directamente, comiendo el alimento que Dios dispuso para nuestro
uso!
[359]
La carne no fue nunca el mejor alimento; pero su uso es hoy
día doblemente inconveniente, ya que el número de los casos de
enfermedad aumenta cada vez más entre los animales. Los que
comen carne y sus derivados no saben lo que ingieren. Muchas
veces si hubieran visto los animales vivos y conocieran la calidad
En esta lista hay verdaderas extravagancias que no deben sorprender a nadie, pues
el apetito pervertido, a veces se hace caprichoso y llega a extremos rarísimos.—
N. del T
.