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Comiendo para vivir
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abusa tanto. . . .
Después de que se participe de la comida regular, el estómago de-
biera descansar durante cinco horas. No debiera introducirse en el
estómago ni una partícula de alimento hasta la comida siguiente.
En este intervalo, el estómago realizará su obra y estará entonces
en condiciones para recibir más alimento.—
Counsels on Diet and
Foods, 173, 179
.
Las madres han cometido un gran error al permitirles [a sus hijos]
que comieran entre las comidas. El estómago se trastorna con esta
práctica y se echan las bases para sufrimientos futuros. Su mal humor
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[de los hijos] puede haber sido ocasionado por alimento malsano,
todavía no digerido; pero la madre siente que no puede pasar tiempo
razonando en cuanto a esto y corrigiendo su propio proceder dañino.
Ni puede detenerse para suavizar la inquieta impaciencia de sus
hijos. Da a los pequeños quejosos un pedazo de torta o algún otro
postre para calmarlos, pero esto solamente aumenta el mal. . . .
Las madres con frecuencia se quejan de la salud delicada de sus
hijos y consultan al médico; cuando. si tan sólo ejercieran un poco
de sentido común, verían que la dificultad se origina por errores en
la alimentación.—
Christian Temperance and Bible Hygiene, 61
.
Los “bocaditos” en horas tardías son un habito pernicioso
Otro hábito pernicioso es el de comer inmediatamente antes de irse a
la cama. Pueden haberse tomado ya las comidas de costumbre; pero
por experimentar una sensación de debilidad, se vuelve a comer.
Cediendo así al apetito se establece un hábito tan arraigado, que
muchas veces se considera imposible dormir sin comer algo. Como
resultado de estas cenas tardías, la digestión prosigue durante el
sueño; y aunque el estómago trabaja constantemente no lo hace
en buenas condiciones. Las pesadillas suelen entonces perturbar el
sueño, y por la mañana se despierta uno sin haber descansado, y
con pocas ganas de desayunar. Cuando nos entregamos al descanso,
el estómago debe haber concluido ya su tarea, para que él también
pueda descansar. como los demás órganos del cuerpo. A las personas
de hábitos sedentarios les resultan particularmente perjudiciales las
cenas tardías y el desarreglo que las ocasionan es muchas veces
principio de alguna enfermedad que acaba en muerte.—
El Ministerio
de Curación, 234
.
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