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Conducción del Niño
soportes debidos, desperdiciarán sus energías sin propósito alguno.
Lo mismo acontece con los niños. Sus actividades deben orientarse
en la dirección correcta. Dadles a sus manos y mentes actividades
que los hagan progresar en realizaciones físicas y mentales.—
The
Signs of the Times, 13 de agosto de 1896
.
Enseñadles a ser útiles en una edad temprana
—Muy tem-
prano debe enseñarse al niño a ser útil. Tan pronto como su fuerza y
su poder de razonar hayan adquirido cierto desarrollo, debe dársele
algo que hacer en casa. Hay que animarle a tratar de ayudar a su pa-
dre y a su madre; a tener abnegación y dominio propio; a anteponer
la felicidad ajena y los intereses del prójimo a los suyos propios, a
alentar y ayudar a sus hermanos y a sus compañeros de juegos y a
ser bondadoso con los ancianos, los enfermos y los infortunados.
Cuanto más compenetre el hogar el verdadero espíritu servicial,
tanto más plenamente se desarrollará en la vida de los niños. Así
aprenderán a encontrar gozo en servir y sacrificarse por el bien de
los demás.—
El Ministerio de Curación, 311, 312
.
Padres, ayudad a vuestros hijos a hacer la voluntad de Dios sien-
do fieles en la realización de los deberes que les corresponden como
miembros de la familia. Esto les proporcionará una experiencia de
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lo más valiosa. Les enseñará que no deben centrar sus pensamientos
en sí mismos, ni hacer lo que a ellos les place o divertirse como
gustan. Educadlos pacientemente para hacer su parte en el círculo
familiar.—
The Review and Herald, 17 de noviembre de 1896
.
Formad el carácter mediante pequeñas atenciones repetidas
con frecuencia
—Padres, al educar a vuestros hijos, estudiad las
lecciones que Dios ha dado en la naturaleza. Si queréis cultivar un
clavel, o una rosa, o un lirio, ¿cómo lo hacéis? Preguntad al jardinero
por medio de qué proceso logra que prosperen gloriosamente toda
rama y hoja y se desarrollen con simetría y hermosura. El os dirá
que no es mediante un trato rudo ni un esfuerzo violento; porque eso
no haría sino romper los delicados tallos. Es por medio de pequeñas
atenciones repetidas con frecuencia. Riega el suelo y protege las
crecientes plantas del viento impetuoso y del sol abrasador, y Dios
las hace prosperar y florecer con hermosura. Al tratar con vuestros
hijos, seguid el método del jardinero. Por toques suaves, por un
ministerio amante, tratad de moldear su carácter según el carácter
de Cristo.—
El Deseado de Todas las Gentes, 475
.