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Conducción del Niño
Los que hacen grandes esfuerzos para alcanzar cierta cantidad
de trabajo en un tiempo dado y continúan trabajando cuando su buen
juicio les dice que debieran descansar, nunca son ganadores. Viven
de un capital prestado. Están gastando la fuerza vital que necesitarán
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en un tiempo futuro. Y cuando se demande la energía que ellos
han disipado tan descuidadamente, desfallecerán por falta de ella.
Ha desaparecido el vigor físico, las facultades mentales desfallecen.
Comprenden que se hallan frente a una pérdida, pero no saben cuál
es. Ha llegado su tiempo de necesidad, pero sus recursos físicos están
exhaustos. Todo el que viole las leyes de la salud, alguna vez debe
sufrir en mayor o menor grado. Dios nos ha dado fuerza orgánica
que se necesitará en diferentes períodos de la vida. Si disipamos esa
fuerza descuidadamente mediante una sobrecarga continua, alguna
vez seremos perdedores.—
Fundamentals of Christian Education,
153, 154
.
En el vestir
—En todos respectos debemos vestir conforme a
la higiene. “Sobre todas las cosas”, Dios quiere que tengamos sa-
lud tanto del cuerpo como del alma. Debemos colaborar con Dios
para asegurar esa salud. En ambos sentidos nos beneficia la ropa
saludable.
Esta debe tener la donosura, belleza y la idoneidad de la sencillez.
Cristo nos previno contra el orgullo de la vida, pero no contra su
gracia y belleza natural.—
El Ministerio de Curación, 220
.
En el comer
—La verdadera temperancia nos enseña a no partici-
par en absoluto de todo lo que es dañino y a consumir juiciosamente
lo que es saludable. Hay pocos que comprenden como debieran
todo lo que sus hábitos de vida tienen que ver con su salud, su
carácter, su utilidad en este mundo y su destino eterno. El apetito
siempre debiera estar subordinado a las facultades morales e intelec-
tuales. El cuerpo debiera ser siervo de la mente, y no la mente del
cuerpo.—
Temperance, 138
.
Los que comen y trabajan desmedida e irrazo-nablemente, hablan
y actúan irrazonablemente también. No es necesario beber licores
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para ser intemperante. El pecado de comer con intemperancia: comer
demasiado frecuentemente, demasiado y de alimentos indigestos y
malsanos, destruye la acción saludable de los órganos digestivos,
afecta el cerebro y pervierte el juicio, impidiendo el pensar y el actuar