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Conducción del Niño
que han estado acostumbrados a leer novelas y libros de cuentos tri-
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viales recibirán especial beneficio por participar del estudio familiar
vespertino.—
Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, 106,
107
.
“Instruya”, no “diga”
—A los padres se les encomienda la gran
tarea de educar y enseñar a sus hijos para la vida futura e inmortal.
Muchos padres y madres parecen pensar que si alimentan y visten a
sus pequeños, y los educan de acuerdo con las normas del mundo, ya
han cumplido su deber. Están demasiado ocupados con los negocios
o el placer para hacer que la educación de sus hijos sea el objeto de
estudio de sus vidas. No procuran educarlos para que empleen sus
talentos para honra de su Redentor. Salomón no dijo: “Di al niño
su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. Sino que
dijo: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se
apartará de él”.—
The Review and Herald, 24 de junio de 1890
.
Educar para ejercer dominio propio
—Ninguna obra empren-
dida por los hombres requiere mayor cuidado y habilidad que la
preparación y la educación debidas de los jóvenes y los niños. No
hay influencias tan potentes como las que nos rodean en nuestros
primeros años de vida. . . . La naturaleza del hombre es triple, y la
educación recomendada por Salomón comprende el recto desarrollo
de las facultades físicas, intelectuales y morales. A fin de realizar
debidamente esta obra, los padres y los maestros deben comprender
“cómo debe ser la manera de vivir del niño”. Esto comprende más
que un conocimiento de los libros o el aprendizaje en la escuela.
Abarca la práctica de la temperancia, la bondad fraternal y la piedad;
el cumplimiento de nuestro deber hacia nosotros, nuestros prójimos
y Dios.
La enseñanza de los niños debe guiarse por principios diferentes
de los que gobiernan la enseñanza de los animales irracionales. La
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bestia debe únicamente acostumbrarse a someterse a su maestro,
pero el niño debe aprender a controlarse a sí mismo. La voluntad
debe enseñarse para que obedezca los dictados de la razón y la
conciencia. Es posible disciplinar a un niño para que, como la bestia,
no posea voluntad propia, al hundirse su individualidad en la de su
maestro. Esta enseñanza no. es buena y tiene efectos desastrosos.
Los niños que son educados en esta forma carecerán de firmeza
y decisión. No se los enseña a obrar por principio; las facultades