Los métodos de enseñanza
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del razonamiento no se fortalecen por el ejercicio. Hasta donde
sea posible, cada niño debería ser enseñado a confiar en sí mismo.
Al poner en ejercicio las diferentes facultades, aprenderá dónde es
más fuerte y en qué es deficiente. Un instructor sabio dará atención
especial al desarrollo de los rasgos más débiles, a fin de que el niño
forme un carácter bien equilibrado y armonioso.—
Fundamentals of
Christian Education, 57
.
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