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La enseñanza de los principios fundamentales de la vestimenta
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pues ese amigo se sentiría insultado si ellos llegaran a su presencia
con el cabello despeinado y las ropas sucias y en desorden. Sin
embargo, esas personas piensan que no importa en qué forma se
presenten o en qué condición está su persona cuando en el día sábado
se reúnen para adorar al gran Dios.—
The Review and Herald, 30 de
enero de 1900
.
No ha de hacerse del vestido un tema de controversia
—No
hay necesidad de hacer del asunto del vestido el punto principal de
vuestra religión. Hay algo más valioso de lo cual hablar. Hablad de
Cristo, y cuando el corazón está convertido, todo lo que no está en
armonía con la Palabra de Dios, se eliminará.—
Evangelismo, 202
.
Nuestro vestido no nos hace de valor a la vista del Señor. Lo
que vale ante Dios es el adorno interno, las gracias del Espíritu, las
palabras bondadosas, la consideración atenta hacia otros.—
Counsels
on Stewardship, 301
.
Nadie ha de ser conciencia para otros, pero debe ejercer un
ejemplo digno
—No se debe dar alas a quienes centralizan su reli-
gión en el vestido. Estudie cada uno las claras enseñanzas de las
Escrituras en cuanto a la sencillez y la sobriedad en el vestido y,
mediante la fiel obediencia a esas enseñanzas, esfuércese por dar un
ejemplo digno ante el mundo y los que son nuevos en la fe. Dios no
quiere que nadie sea conciencia para otros.
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Háblese del amor y humildad de Jesús pero no se anime a los
hermanos y hermanas a encontrar fallas en el vestido o la apariencia
de otros. Algunos se deleitan en esto; y cuando su mente se ocupa en
ese sentido, comienzan a sentir que deben convertirse en remendones
de la iglesia. Suben a la silla del juez y tan pronto como ven a uno
de sus hermanos y hermanas, miran para encontrar algo que criticar.
Esta es una de las formas más efectivas para volverse estrecho de
mente y para empequeñecer el crecimiento espiritual. Dios quiere
que bajen de la silla del juez pues nunca los ha colocado allí.—
Historical Sketches of Seventhday Adventist Foreign Mission, 122,
123
.
El corazón debe estar bien
—Si somos cristianos, seguiremos a
Cristo aunque el camino que debamos seguir sea opuesto a nuestras
inclinaciones naturales. No vale la pena deciros que no debéis usar
esto o lo otro, pues si el amor de esas cosas vanas está en vuestro
corazón, el desprenderos de vuestros adornos será tan sólo como