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La responsabilidad por los intereses eternos.
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cuidado de los padres sobre ellos.—
The Review and Herald, 13 de
marzo de 1894
.
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Los padres no deben permitir que cosa alguna les impida dar a
sus hijos todo el tiempo necesario para hacerles comprender lo que
significa obedecer al Señor y confiar plenamente en él.—
Consejos
para los Maestros Padres y Alumnos, 99
.
Padres, despertad de vuestra somnolencia mortal
—Debido
a la indiferencia de sus padres, muchos hijos son inducidos a sentir
que sus padres no se preocupan por sus almas. Esto no debiera ser
así sino que los que tienen hijos debieran manejar de tal manera
sus asuntos domésticos y sus negocios que nada pueda interferir
entre ellos y los hijos para disminuir la influencia de los padres en
llevarlos a Cristo. Debéis enseñar a vuestros hijos la lección del amor
de Jesús, para que sean puros de corazón, conducta y conversación. .
. .
El Señor obraría sobre el corazón de los hijos si los padres tan
sólo cooperaran con los agentes divinos, pero él no tratará de hacer
lo que os ha sido asignado como vuestra parte de la obra. Padres,
debéis despertar de vuestra somnolencia mortal.—
The Review and
Herald, 25 de octubre de 1892
.
Nuestra gran esperanza es la religión del hogar
—Los padres
duermen. Sus hijos van a la destrucción delante de sus ojos y el
Señor quiere que sus mensajeros presenten delante de la gente, por
precepto y ejemplo, la necesidad de la religión del hogar. Instad a
vuestras congregaciones en cuanto a este asunto. Impresionad en la
conciencia la convicción de estos solemnes deberes, por tan largo
tiempo descuidados. Esto quebrantará el espíritu de farisaísmo y
resistencia a la verdad más que ninguna otra cosa. La religión en
el hogar es nuestra gran esperanza e ilumina la perspectiva de la
conversión de toda la familia a la verdad de Dios.—
Manuscrito 21,
1894
.
El poder de Satanás puede ser quebrantado
—Los padres tie-
nen una responsabilidad más seria de lo que se imaginan. Los hijos
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tienen una herencia de pecado. El pecado los ha separado de Dios.
Jesús dio su vida para unir con Dios los eslabones rotos. Debido a su
relación con el primer Adán, los hombres sólo reciben culpabilidad
y la sentencia de muerte. Pero Cristo interviene y pasa por el terreno
donde cayó Adán, soportando todas las pruebas en lugar del hombre.