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Conducción del Niño
. . . El perfecto ejemplo de Cristo y la gracia de Dios le son dados
para capacitarlo, para preparar a sus hijos e hijas para ser hijos e
hijas de Dios. Enseñándoles, linea sobre línea, mandamiento sobre
mandamiento, cómo entregar el corazón y la voluntad a Cristo se
quebranta el poder de Satanás.—
Carta 68, 1899
.
Padres y madres, con plena seguridad de fe suplicad con vuestros
hijos e hijas. No escuchen ellos una palabra impaciente de vuestros
labios. Si es necesario, presentad a vuestros hijos una confesión
sincera por haberles permitido seguir en la senda de la vanidad y
del desagrado del Señor, quien no retuvo a su Hijo de un mundo
perdido, para que todos pudieran recibir perdón del pecado. . . .
Padres y madres, que de diferentes maneras habéis condescen-
dido con vuestros hijos para su daño, Dios desea que redimáis el
tiempo. Prestad atención mientras se dice hoy.—
Carta 66, 1910
.
Los padres tienen el más noble campo misionero
—Haced la
obra de vuestra vida en formar los caracteres de vuestros hijos de
acuerdo con el Modelo divino. El que ellos posean alguna vez el
adorno interno, el ornamento de un espíritu humilde y tranquilo,
será porque perseverantemente los habéis preparado para amar las
enseñanzas de la Palabra de Dios y para buscar la aprobación de
Jesús por encima de la aprobación del mundo.—
The Review and
Herald, 9 de octubre de 1883
.
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Como obreros para Dios, nuestra obra ha de comenzar con los
que están más cerca. Debe principiar en nuestro propio hogar. No
hay un campo misionero más importante que éste.—
Manuscrito 19,
1900
.
Necesitamos fervor misionero en nuestros hogares para que
podamos presentar la Palabra de vida delante de los miembros de
nuestra familia e inducirlos a buscar un hogar en el reino de Dios.—
Manuscrito 101, 1908
.
La dirección e instrucción de los niños es la obra misionera más
noble que cualquier hombre o mujer pueda emprender.—
Joyas de
los Testimonios 2:463
.
Como artistas, los padres han de modelar la arcilla vivien-
te
—Cuán ferviente y perseverantemente trabaja el artista para trans-
ferir al lienzo una perfecta semejanza de su modelo; y cuán diligente-
mente cincela y esculpe el escultor la piedra para que tome la forma
del modelo que sigue. Así también los padres debieran trabajar para