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La preparación para ser miembro de iglesia
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obediencia a Dios entraña obediencia a los padres. Esta debe ser
una obra de cada día y hora. Padres, velad, velad, y orad, y haced
de vuestros hijos vuestros compañeros.—
Joyas de los Testimonios
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2:391, 392
.
Enseñad lecciones espirituales de las tareas hogareñas
Dios confió a los padres y maestros la tarea de educar a los niños y
jóvenes en estas direcciones, y de cada acto de la vida se les puede
enseñar lecciones espirituales. Al inculcarles hábitos de limpieza
física, debemos enseñarles que Dios quiere que sean limpios tanto
en su corazón como en su cuerpo. Al barrer una habitación pueden
aprender cómo el Señor purifica el corazón. No les bastaría cerrar
puertas y ventanas después de poner en la pieza alguna sustancia
purificadora, sino que abrirían las puertas y las ventanas de par en
par y con esfuerzo diligente eliminarían todo el polvo. Del mismo
modo las ventanas de los impulsos y sentimientos han de abrirse
hacia el cielo y se debe expulsar el polvo del egoísmo y de la vanidad
mundana. La gracia de Dios ha de barrer las cámaras de la mente y
todo elemento de la naturaleza ha de ser purificado y vitalizado por
el Espìritu de Dios. El desorden y el desaliño en los deberes diarios
llevarán al olvido de Dios y a observar una forma de piedad en la
profesión de la fe, pero sin la realidad de ella. Tenemos que velar y
orar; de otra suerte estaremos asiéndonos de la sombra y perderemos
la sustancia.
Como hebras de oro, una fe viva debe entretejerse con la expe-
riencia cotidiana en el cumplimiento de las pequeñas obligaciones.—
Joyas de los Testimonios 2:436, 437
.
La educación del corazón en contraste con el conocimiento
libresco
—Es correcto que los jóvenes sientan que deben alcanzar
el más elevado desarrollo de sus facultades mentales. No restringi-
ríamos la educación para la cual el Señor no ha fijado límites. Pero
lo que alcancemos no tendrá valor si no lo usamos para la honra de
Dios y el bien de la humanidad. A menos que nuestro conocimiento
sea un peldaño para alcanzar los más elevados propósitos, no tiene
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valor. . . .
La educación del corazón es de mayor importancia que la que
se obtiene de los libros. Es bueno, aun esencial, obtener un conoci-
miento del mundo en que vivimos. Pero si no tomamos en cuenta