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Conducción del Niño
veía. Le acompañaban los seres celestiales, y se gozaba cultivando
santos pensamientos y comuniones. Desde el primer destello de la
inteligencia, estuvo constantemente creciendo en gracia espiritual y
conocimiento de la verdad.
Todo niño puede aprender como Jesús. Mientras tratemos de
familiarizarnos con nuestro Padre celestial mediante su Palabra, los
ángeles se nos acercarán, nuestro intelecto se fortalecerá, nuestro
carácter se elevará y refinará.—
El Deseado de Todas las Gentes, 51
.
Jesús la utilizó en su enseñanza
—El gran Maestro puso a sus
oyentes en contacto con la naturaleza, para que oyesen la voz que
habla en todas las cosas creadas, y a medida que sus corazones se
hacían más sensibles y sus mentes más receptivas, les ayudaba a
interpretar la enseñanza espiritual de las escenas que contemplaban
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sus ojos. Las parábolas, por medio de las cuales le gustaba enseñar
lecciones de verdad, muestran cu. . . n abierto estaba su espíritu a las
influencias de la naturaleza y cómo le agradaba sacar la enseñanza
espiritual del ambiente en que transcurría la vida diaria.
Cristo se valía de las aves del cielo, los lirios del campo, el
sembrador y la semilla, el pastor y las ovejas, para ilustrar verdades
inmortales. También sacaba ilustraciones de los acontecimientos de
la vida, de cosas familiares a sus oyentes, tales como la levadura, el
tesoro escondido, la perla, la red del pescador, la moneda perdida,
el hijo pródigo, las casas construidas en la arena y en la roca. En
sus lecciones había algo para interesar a cada mente, e impresionar
cada corazón. De ese modo la tarea diaria, en vez de ser una mera
rutina de trabajo, exenta de pensamientos elevados, era animada por
recuerdos constantes de lo espiritual y lo invisible.
Del mismo modo deberíamos enseñar nosotros. Aprendan los
niños a ver en la naturaleza una expresión del amor y de la sabiduría
de Dios; vincúlese el concepto del Creador al ave, la flor, y el árbol;
lleguen todas las cosas visibles a ser para ellos intérpretes de lo
invisible y todos los sucesos de la vida, medios de enseñanza divina.
Al mismo tiempo que aprenden así a estudiar lecciones que en-
señan todas las cosas creadas y todas las circunstancias de la vida,
muéstrese que las mismas leyes que rigen las cosas de la naturaleza
y los sucesos de la vida, deben regirnos a nosotros; que son promul-
gadas para nuestro bien; y que únicamente obedeciéndolas podemos
hallar felicidad y éxito verdaderos.—
La Educación, 98, 99
.
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