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Conducción del Niño
Participantes del gozo de Cristo
—Vemos un séquito de ánge-
les a cada lado de la puerta, y al entrar, Jesús dice: “Venid, benditos
de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fun-
dación del mundo”. Aquí os dice que seáis participantes de su gozo,
¿y qué es eso? Es el gozo de ver el trabajo de vuestra alma, padres,
madres, es el gozo de ver que vuestros esfuerzos son recompensados.
Aquí están vuestros hijos, la corona de vida está sobre su cabeza y
los ángeles de Dios inmortalizan los nombres de las madres cuyos
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esfuerzos han ganado a sus hijos para Jesucristo.—
Manuscrito 12,
1895
.
El glorioso día de la victoria
—La iglesia es ahora militante.
Actualmente arrostramos a un mundo en tinieblas, casi enteramente
entregado a la idolatría. Pero se acerca el día cuando habrá terminado
la batalla y la victoria habrá sido ganada. La voluntad de Dios ha
de cumplirse en la tierra como en el cielo. . . . Todos constituirán
una familia dichosa, unida, vestida con las prendas de alabanza y
de acción de gracias: con el manto de la justicia de Cristo. Toda la
naturaleza, en su incomparable belleza, ofrecerá a Dios tributo de
alabanza y adoración. El mundo quedará bañado en luz celestial.
La luz de la luna será como la del sol, y la luz del sol siete veces
más intensa que ahora. Los años transcurrirán alegremente. Y sobre
todo las estrellas de la mañana cantarán juntas, y los hijos de Dios
clamarán de gozo, mientras que Dios y Cristo declararán a una voz
que “ya no habrá más pecado, ya no habrá más muerte”.
Estas visiones de la gloria futura, descriptas por la mano de Dios,
deberían ser de gran valor para sus hijos. . . .
Necesitamos tener siempre presente esta visión de las cosas
invisibles. Así comprenderemos el verdadero valor de las cosas
eternas y de las transitorias, y esto nos dará más poder para influir en
los demás a fin de que vivan una vida más elevada.—
El Ministerio
de Curación, 404-406
.
¿Dirá Dios: “Bien hecho”?
Cuando estéis delante del gran
trono blanco, entonces aparecerá vuestra obra tal como es. Se abren
los libros, se hace conocer el registro de cada vida. En aquella gran
multitud, hay muchos que no están preparados para las revelaciones
que se hacen. En los oídos de algunos, caerán con asombrosa clari-
dad las palabras: “Pesado en la balanza, y hallado falto”. El Juez dirá
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a muchos padres en aquel día: “Tuviste mi Palabra que te presentaba