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Conducción del Niño
Lecciones de la siembra
—La parábola del sembrador y de la
simiente encierra una profunda lección espiritual. La simiente repre-
senta los principios sembrados en el corazón, y su crecimiento, el
desarrollo del carácter. Haced práctica la enseñanza de este punto.
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Los niños pueden preparar el suelo y sembrar la simiente; y mientras
trabajan, los padres o maestros pueden explicarles cómo es el jardín
del corazón, y la buena o mala semilla que se siembra en él; que así
como el jardín debe ser preparado para la semilla natural, el corazón
también debe serlo para la semilla de la verdad. A medida que crece
la planta, puede continuarse con la relación entre la siembra natural
y la espiritual.—
Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, 109,
110
.
Al esparcir la semilla en el suelo, pueden enseñar la lección de la
muerte de Cristo, y al brotar la hierba, la verdad de la resurrección.—
La Educación, 106, 107
.
El huerto del corazón necesita cultivo
—Continuamente se
pueden aprender lecciones del cultivo del suelo. Nadie se establece
en un pedazo de tierra inculta con la esperanza de que dé inmediata-
mente una cosecha. Se debe hacer una labor diligente, perseverante,
en la preparación del suelo, la siembra de la semilla, y el cultivo
de las mieses Igual debe ser el proceder en la siembra espiritual.
Debe cultivarse el jardín del corazón. La tierra debe ser roturada
por el arrepentimiento. Deben sacarse de raíz las malas hierbas que
ahogan el grano sembrado. Así como se requiere un trabajo diligente
para limpiar un campo que se ha llenado de abrojos, sólo se pueden
vencer las malas tendencias del corazón por medio de esfuerzos
fervientes hechos en el nombre y el poder de Cristo.—
La Educación,
107
.
El crecimiento en la gracia
—Hablad a vuestros hijos del poder
que Dios tiene de hacer milagros. Mientras estudian el gran libro de
texto de la naturaleza, Dios impresionará sus mentes. El agricultor
labra su tierra y siembra su semilla; pero no puede hacerla crecer.
Debe confiar en que Dios hará lo que ningún poder humano puede
realizar. El Señor pone su poder vital en la semilla, haciéndola
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germinar, y tener vida. Bajo su cuidado, el germen de vida atraviesa
la dura corteza que lo envuelve, y brota para llevar fruto. Primero
aparece la hoja, después la espiga, y luego el grano lleno en la espiga.
Al hablárseles a los niños de la obra que Dios hace en la semilla,