Página 141 - Consejos para la Iglesia (1991)

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El Espíritu Santo
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de los que habían creído era de un corazón y un alma”.
Hechos
4:32
. El Espíritu de Aquel que había muerto para que los pecadores
viviesen animaba a toda la congregación de los creyentes.
Los discípulos no pidieron una bendición para sí mismos. Sen-
tían preocupación por las almas. El Evangelio había de ser procla-
mado hasta los confines de la tierra y solicitaban la medida de poder
que Cristo había prometido. Entonces fue cuando se derramó el
Espíritu Santo y miles se convirtieron en un día.
Así puede suceder ahora. Desechen los cristianos todas las di-
sensiones, y entréguense a Dios para salvar a los perdidos. Pidan
con fe la bendición prometida, y ella les vendrá. El derramamiento
del Espíritu en los días de los apóstoles fue “la lluvia temprana”, y
glorioso fue el resultado. Pero la lluvia tardía será más abundante.
¿Cuál es la promesa hecha a los que viven en estos postreros días?
“Volveos a la fortaleza, oh prisioneros de esperanza; hoy también
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os anunció que os restauraré el doble”. “Pedid a Jehová lluvia en la
estación tardía. Jehová hará relámpagos, y os dará lluvia abundante,
y hierba verde en el campo a cada uno”.
Zacarías 9:12
;
10:1
Nuestra utilidad depende de nuestra entrega al Espíritu Santo
Dios no nos pide que hagamos con nuestra fuerza la obra que
nos espera. El ha provisto ayuda divina para todas las emergencias
a las cuales no puedan hacer frente nuestros recursos humanos. Da
el Espíritu Santo para ayudarnos en toda dificultad, para fortale-
cer nuestra esperanza y seguridad, para iluminar nuestra mente y
purificar nuestro corazón.
Cristo hizo provisión para que su iglesia fuese un cuerpo trans-
formado, iluminado por la luz del cielo, que poseyese la gloria de
Emmanuel. El quiere que todo cristiano esté rodeado de una atmós-
fera espiritual de luz y paz. No tiene límite la utilidad de aquel que,
poniendo el yo a un lado, da lugar a que obre el Espíritu Santo en su
corazón, y vive una vida completamente consagrada a Dios.
¿Cuál fue el resultado del derramamiento del Espíritu en el día
de Pentecostés? Las buenas nuevas de un Salvador resucitado fueron
proclamadas hasta los confines más remotos del mundo habitado. El
corazón de los discípulos quedó sobrecargado de una benevolencia
tan completa, profunda y abarcante, que los impulsó a ir hasta los