Página 144 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Capítulo 16—Mantener despejada la conexión de
Dios con el hombre
Los nervios del cerebro que relacionan todo el organismo entre
sí, son el único medio por el cual el cielo puede comunicarse con
el hombre, y afectan su vida más íntima. Cualquier cosa que pertur-
be la circulación de las corrientes eléctricas del sistema nervioso,
disminuye la fuerza de las potencias vitales, y como resultado se
atenúa la sensibilidad de la mente
La intemperancia de cualquier clase adormece los órganos de
la percepción y debilita el poder nervioso del cerebro de manera
que las cosas eternas no son apreciadas, sino que son puestas en el
mismo plano de lo común. Las facultades superiores de la mente,
designadas para propósitos elevados, son esclavizadas por las pasio-
nes más bajas. Si nuestros hábitos físicos no son correctos, nuestras
facultades mentales y morales no pueden ser fuertes, porque existe
una relación estrecha entre lo físico y lo moral
Satanás se regocija al ver cómo la familia humana se hunde cada
vez más en el sufrimiento y la miseria. Sabe que las personas que
tienen malos hábitos y cuerpos malsanos no pueden servir a Dios con
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tanto fervor, perseverancia y pureza como si estuvieran sanas. Un
cuerpo enfermo afecta el cerebro. Con la mente servimos al Señor.
La cabeza es la capital del cuerpo. Satanás triunfa en la funesta obra
que realiza haciendo que la familia humana se complazca en hábitos
que hacen que sus miembros se destruyan a sí mismos y unos a
otros. Por este medio despoja a Dios del servicio que le es debido.
Satanás se halla constantemente alerta para colocar por completo
bajo su dominio a la raza humana. La forma más poderosa en que él
hace presa del hombre es el apetito, que trata de estimular de toda
manera posible
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