Las vías de acceso a la mente que deben custodiarse
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cerrar todas las puertas por las cuales el tentador podría llegar hasta
nosotros.
Todo cristiano debe estar constantemente en guardia y velar sobre
toda avenida del alma por la cual Satanás pudiera hallar acceso. Debe
orar por el auxilio divino y al mismo tiempo resistir resueltamente
toda inclinación a pecar. Con valor, fe y esfuerzo perseverante, puede
vencer. Recuerde, sin embargo, que a fin de que obtenga la victoria
Cristo debe morar en él y él en Cristo.
Debemos hacer todo lo que podamos para colocarnos a nosotros
mismos y a nuestros hijos donde no veremos la iniquidad que se
práctica en el mundo. Debemos guardar cuidadosamente la visión
de nuestros ojos y la percepción de nuestros oídos para que esas
cosas espantosas no penetren en nuestra mente.
No procure saber cuán cerca del precipicio puede andar sin caer
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en él. Evite la primera aproximación al peligro. No se puede jugar
con los intereses del alma. Su capital es su carácter. Aprécielo como
si fuera un áureo tesoro. La pureza moral, el respeto propio, un
gran poder de resistencia, son cosas que deben retenerse firme y
constantemente. No debe haber una sola desviación de la reserva,
pues un solo acto de familiaridad, una sola indiscreción, puede
exponer el alma a la perdición al abrir la puerta a la tentación y
debilitar el poder de resistencia
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El hogar adventista (1894), 364-367
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