Página 349 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Cómo tratar con los que yerran
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las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos”.
Gálatas 6:1
;
Romanos 15:1
Las medidas benignas, las respuestas impregnadas de manse-
dumbre y las palabras agradables se prestan mucho más para reforzar
y salvar que la severidad y la dureza. Un poco de dureza excesiva
puede colocar a las personas fuera de nuestro alcance, mientras que
un espíritu conciliador sería el medio de vincularlas con nosotros,
y podríamos entonces corroborarlas en el buen camino. Debemos
ser también impulsados por un espíritu perdonador y reconocer todo
buen propósito y acto de los que nos rodean
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“Amaos los unos a los otros como yo os he amado”
Dios ha hecho su parte en la obra de salvar a los hombres, y
ahora pide la cooperación de la iglesia. Allí está la sangre de Cristo,
la Palabra de verdad, el Espíritu Santo, por un lado, y por el otro las
almas que perecen. Cada uno de los que siguen a Cristo tiene que
hacer una parte para inducir a los hombres a aceptar las bendiciones
que el cielo ha provisto. Examinémonos detenidamente a nosotros
mismos y veamos si hemos hecho esta obra. Indaguemos nuestros
motivos y cada acción de nuestra vida. ¿No hay muchos cuadros
desagradables grabados en la memoria? Con frecuencia habéis ne-
cesitado el perdón de Jesús. Habéis dependido constantemente de
su compasión y amor. Sin embargo, ¿habéis dejado de manifestar
hacia otros el espíritu que Cristo manifestó hacia vosotros? ¿Habéis
sentido preocupación por aquel a quien visteis aventurarse por sen-
das prohibidas? ¿Habéis llorado y orado por él y con él? ¿Habéis
demostrado por vuestras palabras de ternura y actos bondadosos que
le amabais y deseabais salvarle? Mientras tratabais a aquellos que
vacilaban y se tambaleaban bajo la carga de sus propias flaquezas de
disposición y de sus hábitos defectuosos, ¿los habéis dejado pelear
sus batallas solos, cuando podríais haberlos ayudado? ¿No habéis
pasado de un lado del camino frente a estas almas fieramente tenta-
das, mientras que el mundo estaba listo para manifestarles simpatía
y para atraerlas a las redes de Satanás? ¿No habéis estado como
Caín listos para decir: “¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?”
Génesis 4:9
. ¿Cómo debe considerar vuestra vida la gran Cabeza
de la iglesia? ¿Cómo mira vuestra indiferencia para con los que se
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