Los hábitos de alimentación inconvenientes como causa de enfermedad
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201. La mente no se gasta ni se quebranta tan a menudo por el
trabajo diligente y el estudio arduo, como por comer alimentos im-
propios a horas inadecuadas, y por el descuido y la falta de atención
a las leyes de la salud... El estudio diligente no es la causa principal
del quebrantamiento de las facultades mentales. La principal causa
es un régimen alimenticio impropio, comidas irregulares, y falta de
ejercicio físico. Las horas irregulares para comer y dormir minan las
fuerzas del cerebro.—
The Youth’s Instructor, 31 de mayo de 1894
.
202. Muchos están sufriendo, y muchos van a la tumba, debido
a la complacencia del apetito. Comen lo que satisface su apetito
pervertido, debilitando de esta suerte los órganos digestivos y perju-
dicando su facultad de asimilar los alimentos que han de sostener
la vida. Esto trae enfermedad aguda, y demasiado a menudo sigue
la muerte. El delicado organismo resulta gastado por las prácticas
suicidas de los que deben saber mejor lo que hacer. Las iglesias
deben aferrarse lealmente a la luz que Dios ha dado. Cada miembro
debe trabajar inteligentemente para eliminar de su conducta todo
hábito pervertido.—
Testimonies for the Church 6:372, 373 (1900)
.
[
Enfermedades provenientes de un régimen pobre, difíciles de
curar—315
]
[
Efecto de comer en forma indebida sobre el temperamento y la
atmósfera del hogar—234
]
[
Efectos de una reforma equivocada—316
]
Preparando el camino para la ebriedad
203. Muchas veces la intemperancia empieza en el hogar. Debido
al uso de alimentos muy sazonados y malsanos, los órganos de la
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digestión se debilitan, y se despierta un deseo de consumir alimento
aún más estimulante. Así se incita al apetito a exigir de continuo
algo más fuerte. El ansia de estimulantes se vuelve cada vez más
frecuente y difícil de resistir. El organismo va llenándose de venenos,
y cuanto más se debilita, tanto mayor es el deseo que siente de estas
cosas. Un paso dado en mala dirección prepara el camino a otro paso
peor. Muchos que no quisieran hacerse culpables de poner sobre
la mesa vino o bebidas embriagantes no reparan en recargarla con
alimentos que despiertan tal sed de bebidas fuertes, que se hace casi
imposible resistir a la tentación. Los malos hábitos en el comer y