Página 154 - Consejos Sobre el R

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Consejos Sobre el Régimen Alimenticio
de valor eterno. Mediante la complacencia de los sentidos, Satanás
trata de borrar del alma todo vestigio de la semejanza divina.
La sensualidad irrefrenada y la enfermedad y degradación consi-
guientes, que existían en tiempos del primer advenimiento de Cristo,
existirán, con intensidad agravada, antes de su segunda venida. Cristo
declara que la condición del mundo será como en los días anteriores
al diluvio, y como en tiempos de Sodoma y Gomorra. Todo intento
de los pensamientos del corazón será de continuo el mal. Estamos
viviendo en la víspera misma de ese tiempo pavoroso, y la lección
del ayuno del Salvador debe grabarse en nuestro corazón. Única-
mente por la indecible angustia que soportó Cristo podemos estimar
el mal que representa el complacer sin freno los apetitos. Su ejemplo
demuestra que nuestra única esperanza de vida eterna consiste en
sujetar los apetitos y pasiones a la voluntad de Dios.—
El Deseado
de Todas las Gentes, 97, 98 (1898)
.
Mirad al salvador
En nuestra propia fortaleza, nos es imposible negarnos a los
clamores de nuestra naturaleza caída. Por su medio, Satanás nos
presentará tentaciones. Cristo sabía que el enemigo se acercaría a
todo ser humano para aprovecharse de las debilidades hereditarias y
entrampar, mediante sus falsas insinuaciones, a todos aquellos que
no confían en Dios. Y recorriendo el terreno que el hombre debe
recorrer, nuestro Señor ha preparado el camino para que venzamos.
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No es su voluntad que seamos puestos en desventaja en el conflicto
con Satanás. No quiere que nos intimiden ni desalienten los asal-
tos de la serpiente. “Tened buen ánimo—dice—; yo he vencido al
mundo”.
Juan 16:33
, VM.
Considere al Salvador en el desierto de la tentación todo aquel
que lucha contra el poder del apetito. Véalo en su agonía sobre la
cruz cuando exclamó: “Sed tengo”.
Juan 19:28
, VM. El padeció
todo lo que nos puede tocar sufrir. Su victoria es nuestra.
Jesús confió en la sabiduría y fuerza de su Padre celestial. Decla-
ra: “Jehová el Señor me ayudará; por tanto no he sido abochornado...;
y sé que no seré avergonzado... He aquí que Jehová me ayudará”.
Isaías 50:7-9
, VM. Llamando la atención a su propio ejemplo, él
nos dice: “¿Quién hay de entre vosotros que teme a Jehová..., que