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Consejos Sobre el Régimen Alimenticio
cuerpo en la mejor condición de salud, a fin de poder cumplir con
sus requisitos. “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo
todo para la gloria de Dios”.
1 Corintios 10:31
.—
Testimonies for
the Church 2:65 (1868)
.
244. El apóstol Pablo escribe: “¿No sabéis que los que corren en
el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio?
Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo
se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible,
pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro,
no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea
el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no
sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser
eliminado”.
1 Corintios 9:24-27
.
Hay muchos en el mundo que complacen hábitos perniciosos. El
apetito es la ley que los gobierna. Y debido a sus hábitos erróneos,
el sentido moral es oscurecido y el poder de discernir cosas sagradas
es destruido en gran medida. Pero es necesario que los cristianos
sean estrictamente temperantes. Deben colocar la norma alta. La
temperancia en el comer, beber y vestir es esencial. Los principios
deben tener la primacía en lugar del apetito o la fantasía. Los que co-
men demasiado, o que ingieren alimentos de una clase objetable, son
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fácilmente inducidos a la disipación, y a las otras “codicias necias y
dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición”.
1
Timoteo 6:9
. Los “colaboradores de Dios” deben usar todo ápice de
su influencia para estimular la siembra de los verdaderos principios
de la temperancia.
Significa mucho ser leal a Dios. El tiene derechos sobre todos
los que están empeñados en su servicio. El desea que la mente y
el cuerpo sean preservados en la mejor condición de salud, y que
toda facultad y atributo se hallen bajo el dominio divino, y que sean
tan vigorosos como los hábitos de cuidado y estricta temperancia
puedan hacerlos. Estamos bajo una obligación ante Dios: la de hacer
una consagración sin reserva de nosotros mismos a él, en cuerpo
y alma, con todas las facultades apreciadas como dones que él nos
confiara, para ser empleados en su servicio.
Todas nuestras energías y capacidades han de ser constantemente
fortalecidas y mejoradas durante este período de prueba. Solamente
los que aprecian estos principios, y han sido educados a cuidar