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Consejos Sobre el Régimen Alimenticio
condición, porque aparte de esto, parecen gozar de buena salud.—
El
Ministerio de Curación, 234 (1905)
.
La causa y el remedio de la sensación de decaimiento
Los que pasen de tres a dos comidas al día, al comienzo expe-
rimentarán una sensación de languidez, especialmente a la hora en
que acostumbraban ingerir su tercera comida. Pero si perseveran
durante un corto tiempo, esa languidez desaparecerá.
Cuando nos retiramos a descansar, el estómago ya debería haber
realizado todo su trabajo, porque él también necesita tener descan-
so como cualquiera otra parte del cuerpo. El trabajo de digestión
no debería efectuarse durante ningún lapso de las horas de sueño.
Después que el estómago recargado ha realizado su tarea, queda
exhausto, lo que provoca una sensación de languidez. Muchos se
engañan en esto pensando que es la falta de comida la que produce
esa sensación, e ingieren más alimento, sin permitir que el estómago
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descanse; y con esto la languidez desaparece momentáneamente. Y
cuanto más se complace el apetito, tanto más insiste en ser grati-
ficado. Esta sensación de languidez por lo general es el resultado
del consumo de carne y de comer frecuentemente y en demasía.
El estómago se fatiga porque se lo mantiene trabajando en forma
constante para despachar un alimento que no es muy saludable. Los
órganos digestivos se debilitan porque no tienen reposo, y esto hace
que se experimente una sensación de decaimiento y un deseo de
comer con frecuencia. El remedio para tales personas consiste en
que coman con menor frecuencia y en menos abundancia, que se
conformen con alimentos sencillos y que coman dos veces, o a lo
más, tres veces al día. El estómago debe tener períodos regulares
de trabajo y descanso; por esto el comer irregularmente y entre las
horas de comida constituye una violación muy perniciosa de las
leyes de la salud. El estómago puede recobrar su salud gradualmente
si se practican hábitos regulares y si se ingiere alimento apropiado.
271. El estómago puede ser acostumbrado a desear comer hasta
ocho veces por día, y se sentirá débil si no se le proporciona la
cantidad que requiere. Pero esto no es un argumento en favor de
alimentarse con tanta frecuencia.—
The Review and Herald, 8 de
mayo de 1883
.