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Consejos Sobre el Régimen Alimenticio
manjares más apetecibles, y en vez de hacer uso de las cosas que me-
jor podrían suplir la falta de aquéllos, se imponen una alimentación
deficiente. Lo que comen no les suministra los elementos necesarios
para obtener buena sangre. Su salud se resiente, su utilidad se me-
noscaba, y con su ejemplo desprestigian la reforma alimenticia, en
vez de favorecerla.
Otros piensan que por el hecho de que la salud exige una ali-
mentación sencilla no es necesario preocuparse por la elección o
preparación de los alimentos. Algunos se sujetan a un régimen
alimenticio escaso, que no ofrece una variedad suficiente para su-
plir lo que necesita el organismo, y sufren las consecuencias.—
El
Ministerio de Curación, 245, 246 (1905)
.
La imposición de puntos de vista personales
Los que sólo tienen un conocimiento incompleto de los prin-
cipios de la reforma son muchas veces los más intransigentes, no
sólo al practicar sus opiniones, sino que insisten en imponerlas a
sus familias y vecinos. El efecto de sus malentendidas reformas, tal
como se lo nota en su propia mala salud, y los esfuerzos que hacen
para obligar a los demás a aceptar sus puntos de vista, dan a muchos
una idea falsa de lo que es la reforma alimenticia, y los inducen a
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desecharla por completo.
Los que entienden debidamente las leyes de la salud y que se
dejan dirigir por los buenos principios evitan los extremos, y no
incurren en la licencia ni en la restricción. Escogen su alimento no
meramente para agradar al paladar, sino para reconstituir el cuerpo.
Procuran conservar todas sus facultades en la mejor condición po-
sible para prestar el mayor servicio a Dios y a los hombres. Saben
someter su apetito a la razón y la conciencia, y son recompensados
con la salud del cuerpo y de la mente. Aunque no imponen sus
opiniones a los demás ni los ofenden, su ejemplo es un testimonio en
favor de los principios correctos. Estas personas ejercen una extensa
influencia para el bien.
En la reforma alimenticia hay verdadero sentido común. El
asunto debe ser estudiado con amplitud y profundidad, y nadie debe
criticar a los demás porque sus prácticas no armonicen del todo
con las propias. Es imposible prescribir una regla invariable para