régimen durante la infancia
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impureza moral y la grosera iniquidad abundan por doquiera. La
tentación a satisfacer el apetito y los caprichos no ha disminuido
con el transcurso de los años, y los jóvenes por lo general se rigen
por los impulsos, y son esclavos del apetito. En la glotonería, en el
fumador y en el bebedor, vemos los resultados de una educación
deficiente.—
Testimonies for the Church 3:564 (1875)
.
La satisfacción propia y la impiedad
348. Los niños mal alimentados son con frecuencia débiles, pá-
lidos, deficientes en su desarrollo, y resultan nerviosos, excitables
e irritables. Por amor al apetito se sacrifica todo lo noble, y predo-
minan las pasiones animales. La vida de muchos niños de cinco,
diez y quince años de edad parece estar marcada por la depravación.
Conocen casi todos los vicios. En gran medida los padres son los
culpables de tal estado de cosas y a su cuenta se les acreditarán los
pecados de sus hijos, pues fue la conducta impropia de los padres
la que indirectamente indujo a los hijos a cometer esos pecados.
Tientan a sus hijos a satisfacer su apetito poniendo sobre la mesa
carnes y otros alimentos condimentados, que tienen la tendencia a
fomentar las pasiones animales. Por su ejemplo enseñan a sus hijos
la intemperancia en el comer. Se les ha permitido comer casi en cual-
quier momento del día, lo cual mantiene siempre ocupado el sistema
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digestivo. Las madres han tenido poco tiempo para educar a sus
hijos. Su tiempo valioso lo dedicaban a preparar comidas malsanas
que luego colocaban sobre la mesa.
Muchos padres y madres han ocasionado la ruina de sus hijos
mientras procuraban regular su vida de acuerdo con la moda. Si es-
peran visitas, quieren que éstas se sienten delante de una mesa bien
provista como la que encontrarían entre el círculo de sus amistades.
Se dedica mucho tiempo y dinero a este objeto. Por guardar las
apariencias, se preparan alimentos pesados para satisfacer el apetito,
y aun cristianos de nombre hacen tanto despliegue que atraen en
derredor suyo una clase de personas cuyo objeto principal al visi-
tarlas es comer las golosinas. Los cristianos debieran reformarse al
respecto. Aunque deben atender cortésmente a sus visitas, no deben
dejarse esclavizar por la moda y el apetito.—
Spiritual Gifts 4:132,
133 (1864)
.