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Consejos Sobre el Régimen Alimenticio
propio, a los que son casi incapaces de resistir a las instancias de
su apetito. Si pudiésemos comprender que los hábitos que adquiri-
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mos en esta vida afectarán nuestros intereses eternos, y que nuestro
destino eterno depende de que nos habituemos a ser temperantes,
lucharíamos para ser estrictamente temperantes en el comer y beber.
Por nuestro ejemplo y esfuerzo personales, podemos ser instru-
mentos para salvar a muchas almas de la degradación de la intem-
perancia, el crimen y la muerte. Nuestras hermanas pueden hacer
mucho en la obra de la salvación de los demás, al poner sobre sus
mesas únicamente alimentos sanos y nutritivos. Pueden dedicar su
precioso tiempo a educar los gustos y apetitos de sus hijos, a hacerles
adquirir hábitos de temperancia en todas las cosas, y a estimular la
abnegación y la benevolencia para beneficio de los demás.
No obstante el ejemplo que Cristo nos dio en el desierto de la
tentación al negarse a complacer el apetito y al vencer su poder, son
muchas las madres cristianas que, por su ejemplo y por la educación
que dan a sus hijos, los están preparando para que lleguen a ser
glotones y bebedores. Con frecuencia se permite a los niños que
coman lo que prefieren y cuando quieren, sin tener en cuenta su
salud. Son muchos los niños a quienes se educa desde su infancia
para que lleguen a ser glotones. Por la complacencia del apetito,
padecen de dispepsia desde su tierna infancia. La sensualidad y la
intemperancia en el comer se desarrollan y fortalecen con el aumento
de vigor. El poder mental y físico es sacrificado por la indulgencia
de los padres. Adquieren gusto por ciertos manjares de los cuales no
reciben beneficio, sino perjuicio, y como el organismo se recarga,
la constitución se debilita.—
Joyas de los Testimonios 1:419, 420
(1875)
.
[
El fundamento de la intemperancia—203
]
Enseñadles a aborrecer los estimulantes
355. Enseñad a vuestros hijos a aborrecer los estimulantes. Son
muchos los que ignorantemente fomentan en ellos el apetito por
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estas cosas. He visto en Europa a nodrizas poner un vaso de vino o
cerveza en los labios de los pequeños inocentes cultivando así en
ellos el gusto por los estimulantes. A medida que crecen, aprenden
a depender más y más de estas cosas, hasta que poco a poco que-