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Consejos Sobre el Régimen Alimenticio
existen, estos padres tendrán que pasar en revista delante de Dios.—
Christian Temperance and Bible Hygiene, 76, 77 (1890)
.
Observaciones de viaje
360. Mientras viajaba, oí a padres hacer la observación de que el
apetito de sus hijos era sumamente delicado y a menos que se les
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diera carne y pasteles, no podían comer. Cuando llegó la hora del
almuerzo, observé la calidad de comida que se les servía: pan de
trigo, tajadas de jamón cubiertas de pimienta negra, encurtidos, torta
y mermeladas. La tez pálida y demacrada de estos niños indicaba
claramente que el estómago sufría por estos abusos. Dos de estos
niños notaron que una familia vecina ingería queso con la comida
y perdieron el apetito por lo que se les ofrecía, hasta que su madre
complaciente pidió un pedazo de queso para darlo a sus hijos, pues
temía que sus queridos niños no terminaran la comida. La madre
hizo esta observación: “A mis hijos les gusta tanto esto o aquello,
que les permito obtener lo que quieran; porque el organismo pide el
alimento que necesita”.
Esto podría ser correcto si el apetito nunca hubiese sido perverti-
do. Hay un apetito natural y un apetito depravado. Los padres que
han enseñado a sus hijos a ingerir alimento malsano y estimulante
toda su vida, hasta que el gusto se ha pervertido, de modo que ansían
comer arcilla, lápices de pizarra, café quemado, residuos de té, cane-
la, clavos de olor y especias, no pueden pretender que las exigencias
del apetito son lo que el organismo requiere. El apetito ha sido edu-
cado torcidamente hasta que se ha depravado. Los delicados órganos
del estómago han sido estimulados y quemados hasta que han per-
dido su delicada sensibilidad. El alimento sencillo y saludable les
resulta insípido. El estómago sometido a abusos no puede cumplir el
trabajo que se requiere, a menos que lo inciten a ello sustancias más
fuertes. Si a estos niños se les hubiese enseñado desde su infancia a
ingerir solamente los alimentos sanos, preparados de la manera más
sencilla, conservando sus propiedades naturales en todo lo posible,
evitando las carnes, grasas y todas las especias, el gusto y el apetito
no serían menoscabados. En su estado natural, ellos podrían indicar,
en un grado importante, la comida mejor adaptada a las necesidades
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del organismo.