régimen alimenticio en los sanatorios
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cuanto al comer y beber. Presentadles los hechos. Educadlos para
que vean la necesidad de un régimen sencillo, y que hagan el cambio
en forma gradual. Dadles tiempo para responder al tratamiento y a la
instrucción que se les proporcione. Trabajad y orad, y conducidlos
tan suavemente como sea posible.
Me acuerdo una vez en _____, cuando en el sanatorio se me instó
a que me sentara a la mesa con los pacientes, y comiera con ellos,
para que nos llegáramos a conocer. Vi entonces que indudablemente
se había cometido un error en la preparación de los alimentos. Estos
se habían servido todos juntos de tal manera que resultaban sosos, y
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no había más que los dos tercios de la cantidad necesaria. Me resultó
imposible comer lo suficiente para satisfacer mi apetito. Traté de que
las cosas se cambiaran, y creo que el problema fue corregido.—
Carta
331, 1904
.
La educación debe acompañar a las reformas
Al tratar con los pacientes en nuestros sanatorios, debemos ra-
zonar de causa a efecto. Debemos recordar que los hábitos y las
prácticas de toda una vida no pueden ser cambiados en un momento.
Con una cocinera inteligente, y con una provisión abundante de
alimentos sanos, pueden realizarse reformas que funcionen bien.
Pero puede tomar tiempo el lograrlas. No debe hacerse un esfuerzo
excesivo a menos que éste resulte en realidad necesario. Debemos
recordar que los alimentos que serían apetitosos para un seguidor de
la reforma pro salud pueden ser muy insípidos para los que no están
acostumbrados a alimentos muy sazonados. Deben darse conferen-
cias para explicar por qué se necesita una reforma en el régimen
alimenticio, mostrando que el uso de alimentos sumamente sazo-
nados produce la inflamación de las delicadas membranas de los
órganos digestivos. Demuéstrese por qué nosotros, como pueblo,
hemos cambiado nuestros hábitos de alimentación y bebida. Explí-
quese por qué descartamos el tabaco y todas las bebidas alcohólicas
intoxicantes. Sentad los principios de la reforma pro salud clara y
sencillamente, y con esto, póngase sobre la mesa una abundancia
de alimento sano, apetitosamente preparado; y el Señor os ayudará
a hacer impresionante la urgencia de la reforma, y los inducirá a
ellos a ver que esta reforma es para su más alto bien. Extrañarán los