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Consejos Sobre el Régimen Alimenticio
propio caso, ni con respecto a los alimentos que se proveen para sus
ayudantes y pacientes en el sanatorio. Los pacientes pagan un buen
precio por su alojamiento, y deben recibir comida abundante. Algu-
nos pueden venir al sanatorio en una condición tal que exija la más
austera negación del apetito y el menú más sencillo, pero a medida
que su salud progrese, deberán recibir una generosa provisión de
alimento nutritivo.
Ud. puede sorprenderse de que yo escriba esto, pero anoche fui
instruida en el sentido de que un cambio en el régimen producirá una
gran diferencia en su clientela. Se necesita un régimen más liberal.
429. Hay que precaverse contra el peligro de ir a los extremos
en el régimen alimenticio en el sanatorio. No podremos esperar que
los mundanos acepten de inmediato aquello que nuestros hermanos
han tardado años en aprender. Aun ahora hay muchos de nuestros
ministros que no practican la reforma pro salud, a pesar de la luz
que han tenido. No podemos esperar que los que no reconocen
la necesidad de ser abstemios en el régimen, que no han tenido
experiencia práctica en este asunto, den de una vez el gran paso que
separa la complacencia propia en el comer de un régimen de lo más
severo en la reforma pro salud.
A los que vienen al sanatorio hay que proporcionarles alimentos
sanos, preparados de la manera más apetitosa y que sean consecuen-
tes con los principios rectos. No podemos esperar que vivan como
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nosotros vivimos. El cambio sería demasiado grande. Y hay muy po-
cos en nuestras propias filas que viven en forma tan abstemia como
el Dr. _____ ha enseñado que es sabio vivir. Los cambios no deben
hacerse abruptamente, cuando los pacientes no están preparados
para ello.
Los alimentos colocados ante los pacientes deben ser de tal
naturaleza que hagan una impresión favorable en ellos. Los huevos
pueden prepararse en una variedad de formas. No debe prohibirse el
pastel de limón.
Se ha dedicado muy poco pensamiento y esfuerzo cuidadoso
a la tarea de hacer que los alimentos sean sabrosos y nutritivos.
No queremos que el sanatorio pierda los pacientes. No podemos
convertir a los hombres y las mujeres del error de sus caminos a
menos que los tratemos con sabiduría.