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Consejos Sobre el Régimen Alimenticio
Perfeccionando la santidad
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655. Deben verse mayores reformas entre nuestros hermanos
que pretenden estar esperando la pronta venida de Cristo. La reforma
pro salud ha de hacer entre nuestros hermanos una obra que todavía
no se ha hecho. Hay personas que debieran estar despiertas ante el
peligro de comer carne, pero que continúan consumiendo carne de
animales, poniendo así en peligro la salud física, mental y espiritual.
Muchos que están hoy solamente medio convertidos con respecto
al consumo de carne abandonarán el pueblo de Dios para no andar
más con él.
En todas nuestras obras debemos obedecer las leyes que Dios
ha dado, para que las energías físicas y espirituales puedan obrar
armoniosamente. Los hombres pueden tener una forma de piedad,
pueden aun predicar el Evangelio, y sin embargo no estar purificados
ni santificados. Los ministros deben ser estrictamente temperantes
en su comer y beber, no sea que hagan sendas torcidas para sus pies,
desviando al cojo—los que son débiles en la fe—del camino. Si
mientras proclaman el más solemne e importante mensaje que Dios
jamás haya dado, los hombres combaten la verdad complaciendo há-
bitos incorrectos de comer y beber, quitan toda la fuerza del mensaje
que llevan.
Los que se complacen en comer carne, en tomar té y en la gloto-
nería, están sembrando semillas cuya cosecha será dolor y muerte.
Los alimentos no saludables colocados en el estómago fortalecen
los apetitos que combaten contra el alma, y así se desarrollan las
propensiones inferiores. Un régimen a base de carne tiende a desa-
rrollar la animalidad. El progreso de la animalidad disminuye la
espiritualidad, y hace que la mente resulte incapaz de comprender la
verdad.
La Palabra de Dios nos amonesta claramente que a menos que
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nos abstengamos de la concupiscencia de la carne, la naturaleza
física será puesta en conflicto con la naturaleza espiritual. El acto
de comer lujuriosamente está en pugna contra la salud y la paz. Así
se establece una guerra entre los atributos más elevados y los más
bajos del hombre. Las propensiones inferiores, poderosas y activas,
oprimen el alma. Los intereses superiores del ser son puestos en
peligro por la indulgencia de los apetitos no sancionados por el