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Consejos Sobre el Régimen Alimenticio
Un régimen sin carne es adecuado
701. La carne no es esencial para la salud o la fuerza; y si esto no
fuera así, el Señor habría cometido un error cuando proveyó alimento
para Adán y Eva antes de su caída. Todos los elementos nutritivos
están contenidos en las frutas, las hortalizas, las legumbres y los
cereales.—
The Review and Herald, 8 de mayo de 1883
.
702. Es un error suponer que la fuerza muscular dependa de
consumir alimento animal, pues sin él las necesidades del organismo
pueden satisfacerse mejor y es posible gozar de salud más robusta.
Los cereales, las frutas, las oleaginosas y las verduras contienen
todas las propiedades nutritivas para producir buena sangre. Estos
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elementos no son provistos tan bien ni de un modo tan completo
por la dieta de carne. Si la carne hubiera sido de uso indispensable
para dar salud y fuerza, se la habría incluido en la alimentación
indicada al hombre desde el principio.—
El Ministerio de Curación,
243 (1905)
.
[
No se aconseja el uso de carne en caso de un régimen
empobrecido—319
]
¿Por qué usar alimento de segunda mano?
703. El régimen de los animales se compone de verduras y cerea-
les. ¿Necesitan las verduras ser animalizadas, deben ser incorporadas
en el organismo de los animales antes de que las empleemos? ¿Debe-
mos obtener nuestro régimen vegetal comiendo la carne de criaturas
muertas? Dios proveyó frutas en su estado natural para nuestros
primeros padres. Cuando le encargó a Adán que cuidara del jardín,
que lo labrara y lo trabajara, le dijo: Esto “os será para comer”.
No era su propósito que un animal destruyera a otro para obtener
alimento.—
Carta 72, 1896
.
704. Los que comen carne no hacen más que comer cereales y
verduras de segunda mano, pues el animal recibe de tales productos
el alimento que lo nutre. La vida que estaba en los cereales y en las
verduras pasa al organismo del ser que los come. Nosotros a nuestra
vez la recibimos al comer la carne del animal. ¡Cuánto mejor sería
aprovecharla directamente, comiendo el alimento que Dios dispuso
para nuestro uso!—
El Ministerio de Curación, 241 (1905)
.