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Consejos Sobre el Régimen Alimenticio
Puesto que un estado saludable de la mente depende de la condi-
ción normal de las fuerzas vitales, ¡qué cuidado no debiera ejercerse
para que no se usen narcóticos ni estimulantes! Y sin embargo ve-
mos que un gran número de los que profesan ser cristianos usan
tabaco. Ellos deploran los males de la intemperancia; sin embar-
go, mientras hablan en contra del uso de bebidas alcohólicas, estos
mismos hombres escupen jugo de tabaco. Debe haber un cambio se
sentimiento con respecto al empleo de tabaco antes que las raíces del
mal puedan alcanzarse. Queremos abordar aún más de cerca el tema.
El té y el café están fomentando el apetito por estimulantes más
fuertes. Y aún llegamos más cerca, a la preparación de los alimentos,
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y preguntamos: ¿Se práctica la temperancia en todas las cosas? ¿Se
realiza aún allí la reforma que es esencial para la salud y la felicidad?
Todo verdadero cristiano tendrá el dominio de sus apetitos y
pasiones. A menos que esté libre de la esclavitud del apetito, no
puede ser un siervo de Cristo verdadero y obediente. La compla-
cencia del apetito y la pasión embota el efecto de la verdad sobre el
corazón.—
Christian Temperance and Bible Hygiene, 79, 80 (1890)
.
Una batalla perdida contra el apetito
745. La intemperancia comienza en nuestras mesas, por el con-
sumo de alimentos malsanos. Después de un tiempo, por la compla-
cencia continua del apetito, los órganos digestivos se debilitan y el
alimento ingerido no satisface. Se establecen condiciones malsanas
y se anhela ingerir alimentos más estimulantes. El té, el café y la
carne producen un efecto inmediato. Bajo la influencia de estos ve-
nenos el sistema nervioso se excita y, en algunos casos, el intelecto
parece vigorizado momentáneamente y la imaginación resulta más
vívida. Por el hecho de que estos estimulantes producen resultados
pasajeros tan agradables, muchos piensan que los necesitan realmen-
te y continúan consumiéndolos. Pero siempre hay una reacción. El
sistema nervioso, habiendo sido estimulado indebidamente, obtuvo
fuerzas de las reservas para su empleo inmediato. Todo este pasajero
fortalecimiento del organismo va seguido de una depresión. En la
misma proporción en que estos estimulantes vigorizan temporalmen-
te el organismo, se producirá una pérdida de fuerzas de los órganos
excitados después que el estímulo pasa. El apetito se acostumbra