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Consejos Sobre el Régimen Alimenticio
la carne y del espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de
Dios.—
Testimonies for the Church 1:619 (1867)
.
Un llamado a los vacilantes
37. El dejar de seguir los sanos principios ha echado a perder la
historia del pueblo de Dios. Ha habido un descuido continuo en la
reforma pro salud, y como resultado de ello Dios es deshonrado por
una gran falta de espiritualidad. Se han erigido barreras que nunca
se habrían visto si el pueblo de Dios hubiera andado en la luz.
¿Permitiremos nosotros, los que hemos tenido tan grandes opor-
tunidades, que la gente del mundo se nos adelante en la reforma
pro salud? ¿Rebajaremos nuestras mentes y abusaremos de nuestras
facultades con una forma equivocada de comer? ¿Violaremos la
santa ley de Dios siguiendo prácticas egoístas? ¿Llegará nuestra
inconsecuencia a ser un objeto de oprobio? ¿Viviremos una vida tan
diferente de la de Cristo que el Salvador se avergonzará de llamarnos
hermanos?
¿No haremos en cambio la obra médico-misionera, que es el
Evangelio en acción, viviendo de tal manera que la paz de Dios pue-
da dominar en nuestro corazón? ¿No quitaremos todo obstáculo que
esté ante los pies de los no creyentes, recordando siempre qué es lo
que cuadra a una profesión de cristianismo? Mucho mejor es aban-
donar el nombre de Cristo que hacer profesión y al mismo tiempo
complacer los apetitos que fortalecen las pasiones no santificadas.
Dios exige que todo miembro de la iglesia dedique su vida sin
reservas al servicio del Señor. El pide una reforma decidida. Toda la
creación gime bajo la maldición. Los hijos de Dios deben colocarse
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a sí mismos donde puedan crecer en la gracia, siendo santificados
en cuerpo, alma y espíritu, por la verdad. Cuando rompan con toda
complacencia destructora de la salud, tendrán una percepción más
clara de lo que constituye la verdadera santidad. Un cambio poderoso
se verá en su experiencia religiosa.—
The Review and Herald, 27 de
mayo de 1902
;
Counsels on Health, 578, 579
.