régimen alimenticio y la espiritualidad
61
Cristo se veía más fieramente asediado por la tentación, no comía.
Se entregaba a Dios, y gracias a su ferviente oración y perfecta
sumisión a la voluntad de su Padre salía vencedor. Sobre todos los
demás cristianos profesos, debieran los que profesan la verdad para
estos últimos días imitar a su gran Ejemplo en lo que a la oración se
refiere.
“Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su
señor”.
Mateo 10:25
. Nuestras mesas están con frecuencia cargadas
de manjares malsanos e innecesarios, porque amamos esas cosas
más que la abnegación, la salud y la sanidad mental. Jesús pedía
fuerza a su Padre con fervor. El divino Hijo de Dios la consideraba
de más valor que el sentarse ante la mesa más lujosa. Demostró
que la oración es esencial para recibir fuerzas con que contender
[62]
contra las potestades de las tinieblas, y hacer la obra que se nos ha
encomendado. Nuestra propia fuerza es debilidad, pero la que Dios
concede es poderosa, y hará más que vencedor a todo aquel que la
obtenga.—
Joyas de los Testimonios 1:219, 220 (1869)
.
[
El apetito complacido desequilibra la mente—237
]
[
El apetito complacido anubla la conciencia—72
]
El efecto sobre la influencia y la utilidad propias
71. Qué lástima es que a menudo, cuando debe ejercerse gran
restricción propia, el estómago es llenado con una masa de alimento
perjudicial, que queda allí para descomponerse. La perturbación
del estómago afecta el cerebro. El que come en forma imprudente
no se da cuenta de que se está descalificando para dar consejos
sabios, y para trazar planes para el mejor progreso de la obra de
Dios. Pero esto es así. No puede discernir las cosas espirituales, y
en las reuniones de consejo, cuando debe decir Sí y Amén, dice No.
Hace proposiciones muy desatinadas. El alimento que ha comido ha
entorpecido su capacidad cerebral.
La complacencia excesiva para consigo mismo le impide al agen-
te humano dar testimonio de la verdad. La gratitud que ofrecemos
a Dios por sus bendiciones resulta grandemente afectada por los
alimentos colocados en el estómago. La complacencia del apetito
es causa de disensión, lucha, discordia, y muchos otros males. Se
pronuncian palabras impacientes, se realizan actos de falta de bon-