Página 93 - Consejos Sobre el R

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El régimen sencillo
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de Dios. Absténgase de los deseos carnales que batallan contra
el alma. Necesita practicar la temperancia en todas las cosas. He
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aquí una cruz que Ud. ha rehuido. El conformarse a un régimen
sencillo, que lo preserve en la mejor condición de salud, es la tarea
que le corresponde. Si hubiera vivido de acuerdo con la luz que el
cielo permitió que brillara en su sendero, mucho sufrimiento podría
haberse ahorrado para su familia. Su propia conducta ha acarreado
seguros resultados. Mientras continúe actuando de esta suerte, Dios
no vendrá a su familia para bendecirlo en forma especial, y obrar
un milagro a fin de ahorrar sufrimientos a su familia. Un régimen
sencillo, desprovisto de especias, de carnes y grasas de todo género,
resultará una bendición para Ud., y le ahorrará a su esposa una gran
cantidad de sufrimiento, pesar y abatimiento...—
Testimonies for the
Church 2:45, 46 (1868)
.
Alicientes para llevar una vida sencilla
A fin de prestarle a Dios servicio perfecto, debe Ud. tener con-
ceptos claros de sus requerimientos. Debe Ud. usar los alimentos
más sencillos, preparados en la forma más simple, a fin de que los
nervios delicados del cerebro no sean debilitados, embotados o pa-
ralizados, de tal suerte que le resulte a Ud. imposible discernir las
cosas sagradas, y valorar la expiación, la sangre expiatoria de Cristo,
como un bien incalculable. “¿No sabéis que los que corren en el
estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio?
Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo
se abstiene; ellos a la verdad para recibir una corona corruptible,
pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro,
no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea
el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no
sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser
eliminado”.
1 Corintios 9:24-27
.
Si los hombres, sin tener un objetivo más alto que el de una
corona perecedera como recompensa de su ambición, se sometían a
la temperancia en todas las cosas, ¡cuánto más deben estar dispuestos
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a practicar la negación de sí mismos aquellos que profesan estar
buscando no sólo una corona de gloria inmortal, sino una vida que