Página 227 - El Conflicto de los Siglos (2007)

Basic HTML Version

El despertar de España
223
El poder del Espíritu Santo que asistió a los reformadores en
la tarea de presentar las verdades de la Palabra de Dios durante
las grandes dietas convocadas de tanto en tanto por Carlos Quinto,
hizo gran impresión en el ánimo de los nobles y de los dignatarios
de la iglesia que de España acudieron a aquellas. Por más que a
algunos de estos, como al arzobispo Carranza, se les contase durante
muchos años entre los más decididos partidarios del catolicismo
romano, con todo no pocos cedieron al fin a la convicción de que era
verdaderamente Dios quien dirigía y enseñaba a aquellos intrépidos
defensores de la verdad, que, con la Biblia, abogaban por el retorno
al cristianismo primitivo y a la libertad del evangelio.
Entre los primeros reformadores españoles que se valieron de
la imprenta para esparcir el conocimiento de la verdad bíblica, hay
que mencionar a Juan de Valdés, hermano de Alfonso, sabio juris-
consulto y secretario del virrey español de Nápoles. Sus obras se
caracterizaban por un “amor a la libertad, digno del más alto encare-
cimiento”
Escritas “con gran maestría y agudeza, en estilo ameno
y con pensamientos muy originales” contribuyeron grandemente a
echar los cimientos del protestantismo en España.
[228]
“En Sevilla y Valladolid los protestantes llegaron a contar con
el mayor número de adeptos”. Pero como “los que adoptaron la
interpretación reformada del evangelio, se contentaron por regla
general con su promulgación, sin atacar abiertamente la teología o
la Iglesia Católica” (Fisher,
La Historia de la Redención, 361
), solo
a duras penas podían los creyentes reconocerse unos a otros, pues
temían revelar sus verdaderos sentimientos a los que no les parecían
dignos de confianza. En la providencia de Dios, fue un golpe dado
por la misma Inquisición el que rompió en Valladolid aquella valla
de retraimiento, y el que les hizo posible a los creyentes reconocerse
y hablar unos con otros.
Francisco San Román, natural de Burgos, e hijo del alcalde ma-
yor de Bribiesca, en el curso de sus viajes comerciales tuvo oportu-
nidad de visitar a Bremen, donde oyó predicar las doctrinas evangé-
licas. De regreso a Amberes fue encarcelado durante ocho meses,
pasados los cuales se le permitió proseguir su viaje a España, donde
De Castro,
Historia de los protestantes españoles
, 99-102. En una nota (pp. 104,
105) De Castro publica una lista de las obras de este reformador.