El despertar de España
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menudo ante la familia real, se encontraba entre los que habían sido
apresados y encarcelados en Valladolíd. En el momento de su eje-
cución pública volvióse hacia la princesa Juana, ante quien había
predicado muchas veces, y señalando a su hermana que había sido
también condenada, dijo: “Os suplico, Alteza, tengáis compasión de
esa mujer inocente que tiene trece hijos huérfanos.” No obstante no
se la absolvió, si bien su suerte es desconocida. Pero se sabe que los
esbirros de la Inquisición, en su insensata ferocidad, no estando con-
tentos aún con haber condenado a los vivos, entablaron juicio contra
la madre de aquélla, Doña Leonor de Vivero, que había muerto años
antes, acusándola de que su casa había servido de “templo a los
luteranos.” “Se falló que había muerto en estado de herejía, que su
memoria era digna de difamación y que se confiscaba su hacienda,
y se mandaron exhumar sus huesos y quemarlos públicamente junto
con su efigie; ítem más que se arrasara su casa, que se esparramara
sal sobre el solar y que se erigiera allí mismo una columna con una
inscripción que explicara el motivo de la demolición. Todo lo cual
fué hecho,” y el monumento ha permanecido en pie durante cerca
de tres siglos
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Fué durante ese auto cuando la fe sublime y la constancia in-
quebrantable de los protestantes quedaron realzadas en el compor-
tamiento de “Antonio Herrezuelo, jurisconsulto sapientísimo, y de
doña Leonor de Cisneros, su mujer, dama de veinticuatro años, dis-
creta y virtuosa a maravilla y de una hermosura tal que parecía
fingida por el deseo.”
“Herrezuelo era hombre de una condición altiva y de una firmeza
en sus pareceres, superior a los tormentos del ‘Santo’ Oficio. En
todas las audiencias
que tuvo con sus jueces, ... se manifestó desde
luego protestante, y no sólo protestante, sino dogmatizador de su
Durante una visita hecha a Valladolid en 1826, el Sr. B. B. Wiffen sacó copia exacta
de esta inscripción que reza como sigue:
“Presidiendo la Igla. Roma. Paulo IV, y Reinando en Espa. Phelip. II.—El Santo Oficio de
la Inquisicion condeno a derrocar e asolar fitas Cassas de Pedro de Cazalla y Da. Leonor
de Vibero su Muger porque los hereges Luteranos se juntaban a acer conciliabulos contra
nra. Sta. fee chaa. é igla. Roma. Ano de MDLIX. en XXI de Mayo.”
La casa donde se reunían los protestantes de Sevilla tuvo fin análogo: se roció la
tierra con sal, y se erigió un pilar monumental parecido. (B. B. Wiffen, Nota, por vía de
prólogo, en su reimpresión de la
Epístola consolatoria,
de Juan Pérez. Londres, ed. de
1871, pág. 16.)