Rechácese la contaminación del tabaco
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hay profesos cristianos que se postran a adorar a Dios en sus cultos
familiares con sus bocas sucias con la inmundicia del tabaco...
Se requiere una estricta limpieza
Algunos hombres que han sido apartados por la imposición de
las manos para administrar las cosas sagradas, a menudo pasan
al púlpito con sus bocas contaminadas, sus labios manchados, y
el aliento mancillado por el tabaco. Deben hablar a las gentes en
lugar de Cristo. ¿Cómo podría un Dios santo aceptar un servicio tal,
cuando exigía que los sacerdotes de Israel realizaran preparativos
tan especiales antes de llegar delante de su presencia, para no ser
consumidos por su infinita santidad, por deshonrarlo, como en el
caso de Nadab y Abiú? Estos ministros pueden tener la seguridad de
que el poderoso Dios de Israel es todavía un Dios de limpieza. Ellos
profesan servir a Dios mientras practican la idolatría y hacen un dios
de sus propios apetitos. El tabaco es su ídolo acariciado, y a él le
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rinden toda clase de sagrada y alta consideración. Profesan adorar a
Dios a la vez que quebrantan el primer mandamiento. Tienen dioses
ajenos delante del Señor. “Purificaos los que lleváis los vasos de
Jehová”.
Isaías 52:11
.
Dios requiere hoy la misma limpieza del cuerpo y pureza del
corazón que le exigía al pueblo de Israel. Si Dios era tan estricto
acerca de la limpieza con ese pueblo que peregrinaba por el desierto,
que pasaba casi todo el tiempo al aire libre, no requerirá menos
de nosotros que vivimos en casas techadas, donde las impurezas
son más evidentes, y nos hallamos sometidos a una influencia más
insalubre.