Página 106 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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El uso del tabaco es contrario a la piedad
Cuando contemplo a hombres que pretenden gozar de la bendi-
ción de una satisfacción completa, mientras son esclavos del tabaco,
que escupen y ensucian todo lo que se halla a su alrededor, me pre-
gunto: ¿qué aspecto ofrecería el cielo si se permitiera entrar en él a
los que usan tabaco? Los labios de quienes pronunciaran el precioso
nombre de Cristo estarían contaminados por el uso del tabaco, satu-
rados de un aliento maloliente, y aun el lino de las vestimentas se
hallaría impregnado. La persona que ama un ambiente corrompido,
está corrompida por dentro. Lo que se ve por fuera indica lo que hay
adentro.
Hay hombres que profesan santidad, pero ofrecen sus cuerpos
sobre el altar de Satanás, y le queman el incienso del tabaco a su
satánica majestad. ¿Parece demasiado severa esta declaración? La
ofrenda se debe ofrecer a alguna deidad. Puesto que Dios es puro
y santo, y jamás aceptará nada que degrade su carácter, no puede
menos que rechazar este sacrificio inmundo, costoso y profano. Por
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lo tanto concluimos que es Satanás quien acepta el honor
El hombre es propiedad de Cristo
Jesús sufrió la muerte para rescatar al hombre de las garras de
Satanás. Vino para ponernos en libertad por la sangre de su sacrificio
expiatorio. El hombre que haya aceptado pertenecer a Jesucristo, y
cuyo cuerpo sea un templo del Espíritu Santo, no se dejará esclavizar
por el terrible vicio del tabaco. Sus facultades pertenecen a Cristo,
que lo compró por un precio de sangre. Lo que posee pertenece al
Señor. Entonces, ¿cómo puede ser inocente si gasta cotidianamente
el dinero que el Señor le ha confiado, para satisfacer un apetito que
no es natural?
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The Review and Herald, 25 de enero de 1881
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