Evítese el uso de drogas venenosas
Una práctica que prepara el terreno para un gran acopio de enfer-
medades y de males aún peores es el libre uso de drogas venenosas.
Cuando se sienten atacados por alguna enfermedad, muchos no quie-
ren darse el trabajo de buscar la causa. Su principal afán es liberarse
de dolor y molestias. Por lo tanto, recurren a específicos, cuyas pro-
piedades apenas conocen, o acuden al médico para conseguir algún
remedio que neutralice las consecuencias de su error, pero no pien-
san en modificar sus hábitos antihigiénicos. Si no consiguen alivio
inmediato, prueban otra medicina y después otra. Y así sigue el mal.
Las drogas no curan la enfermedad
Hay que enseñar a la gente que las drogas no curan la enfer-
medad. Es cierto que a veces proporcionan algún alivio inmediato
momentáneo, y el paciente parece recobrarse por efecto de esas
drogas, cuando se debe en realidad a que la naturaleza posee fuerza
vital suficiente para expeler el veneno y corregir las condiciones
causantes de la enfermedad. Se recobra la salud a pesar de la droga,
que en la mayoría de los casos sólo cambia la forma y el foco de
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la enfermedad. Muchas veces el efecto del veneno parece quedar
neutralizado por algún tiempo, pero los resultados subsisten en el
organismo y producen un gran daño ulterior
Por el uso de drogas venenosas muchos se acarrean enfermeda-
des para toda la vida, y se malogran muchas existencias que hubieran
podido salvarse mediante los métodos naturales de curación. Los
venenos contenidos en muchos así llamados remedios crean hábitos
y apetitos que labran la ruina del alma y del cuerpo. Muchos de
los específicos populares y aun algunas de las drogas recetadas por
médicos, contribuyen a que se contraigan los vicios del alcoholismo,
del opio y de la morfina, que tanto azotan a la sociedad.
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El Ministerio de Curación, 88-89 (1905)
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