Página 139 - Consejos Sobre la Salud (1989)

Basic HTML Version

Relación de la alimentación con la salud y la moralidad
135
y probablemente moriría si no conseguía ese guisado particular.
Mientras más lo pensaba, más se fortalecía su deseo, hasta que la
primogenitura perdió su valor y santidad ante sus ojos y la cambió
por un plato de lentejas. Esaú pensó que podía disponer de su primo-
genitura a su antojo pero cuando trató de recuperarla, aun a base de
gran sacrificio, sus esfuerzos fueron inútiles. Entonces se arrepintió
amargamente de su impulsividad, su tontería, su locura; pero todo
fue en vano. Había considerado su bendición muy livianamente y el
Señor se la quitó para siempre.
Israel deseó las ollas de Egipto
Cuando el Dios de Israel sacó a su pueblo de Egipto, les quitó la
carne de su alimentación, pero les proveyó pan del cielo y agua de
la roca. Pero no se satisficieron con esto. Aborrecieron la comida
que se les dio y desearon estar de regreso en Egipto, donde podían
disfrutar de las ollas de carne. Prefirieron soportar la esclavitud, y
[110]
aun la muerte, con tal de que no se los privara de la carne. Dios les
concedió su deseo y los dejó comer carne hasta que su glotonería
produjo una plaga de la cual murieron muchos de ellos.
Se puede citar ejemplo tras ejemplo para mostrar los efectos
que produce el dejarse dominar por el apetito. A nuestros primeros
padres les pareció asunto de poca importancia la transgresión del
mandamiento de Dios referente a no comer de un árbol que era tan
bello en apariencia y cuyo fruto tenía un sabor tan agradable, pero
quebrantaron su alianza con Dios y abrieron las puertas a un diluvio
de culpabilidad y calamidad que inundó al mundo.
La intemperancia y el crimen
El crimen y la enfermedad han ido en aumento con cada gene-
ración. La intemperancia en el comer y el beber, y la indulgencia
de las bajas pasiones han embotado las más nobles facultades del
hombre. La razón, en vez de dominar, ha sido esclava del apetito en
forma alarmante. El apetito creciente por comidas elaboradas se ha
complacido hasta que se ha hecho costumbre atiborrar el estómago
con toda clase de platillos. El apetito se satisface sin medida en
las fiestas de placer. A altas horas de la noche se sirven meriendas