Relación de la alimentación con la salud y la moralidad
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personas que temen a Dios y hacen lo correcto en sus años ulteriores,
aprendieron esa lección antes que el mundo estampara su imagen
de pecado en el alma. Los de edad madura generalmente son tan
insensibles a nuevas impresiones como la roca endurecida; pero
la juventud es impresionable. Este es el tiempo para adquirir los
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conocimientos que se practicarán diariamente a través de la vida;
durante estos años se puede formar fácilmente un carácter correcto;
es la época para establecer buenos hábitos, y adquirir y mantener
la capacidad del dominio propio. La juventud es el tiempo de la
siembra, y la semilla sembrada determina la cosecha para esta vida
y la venidera.
La responsabilidad de los padres
El primer objetivo de los padres consistirá en la adquisición de
conocimientos relativos a la forma correcta de criar a sus hijos, de tal
manera que puedan asegurarles cuerpos y mentes sanos. Se deben
practicar los principios de la temperancia en todos los detalles de la
vida hogareña.
La negación del yo debe ser enseñada a los hijos y practicada en
forma consistente desde la niñez. Enséñeseles a los pequeños que
deben comer para vivir y no vivir para comer; que el apetito debe
ser controlado por la voluntad y que la voluntad debe ser controlada
por un raciocinio inteligente y sereno.
Si los padres han transmitido a sus hijos tendencias que hacen
más difícil la labor de educarlos de manera que sean estrictamente
temperantes, y que cultiven hábitos puros y virtuosos, ¡cuán solemne
es su responsabilidad de contrarrestar esas tendencias recurriendo
a todos los medios a su alcance! Con cuánta diligencia debieran
luchar para cumplir con su deber hacia sus desafortunados hijos.
A los padres se les ha confiado el sagrado deber de salvaguardar
la condición física y moral de sus hijos. Las personas que gratifi-
can el apetito de un niño y no le enseñan a controlar sus pasiones,
podrán ver después en el esclavo del tabaco, o el bebedor de licor,
con los sentidos adormecidos y cuyos labios pronuncian falsedad y
profanidad, el terrible error que han cometido.
Es imposible que quienes dan rienda suelta al apetito, alcancen
la perfección cristiana. Las sensibilidades morales de los hijos no
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