Página 207 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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Confinamiento en la escuela
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no tienen tiempo para leer y obtener la información necesaria para
cuidar la salud de sus hijos. Piensan que es menos molestia confiar
sus cuerpos a los doctores. A fin de estar a la moda, muchos padres
han sacrificado la salud y la vida de sus niños.
La mayoría de las madres no se interesan en conocer el mara-
villoso organismo humano, los huesos, los músculos, el estómago,
el hígado, los intestinos, el corazón, los poros de la piel, y no se
interesan en entender la interdependencia que existe entre los órga-
nos a fin de funcionar en forma saludable. No saben nada acerca de
la influencia que el cuerpo tiene sobre la mente y viceversa. Cada
órgano del cuerpo fue diseñado para ser un siervo de la mente. La
mente es la capital del cuerpo.
Generalmente se les permite a los niños comer carne, especias,
mantequilla, queso, puerco, pasteles elaborados y condimentos. Tam-
bién se les permite comer alimentos no saludables a horas irregulares.
Estas cosas, enferman el estómago, estimulando los nervios para
realizar una acción no natural, y debilitan el intelecto. Los padres no
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se dan cuenta que están sembrando la semilla que traerá enfermedad
y muerte.
Niños que se han enfermado por mucho estudio
La vida de muchos niños ha sido arruinada al exigírsele demasia-
do al intelecto y al descuidar al mismo tiempo las facultades físicas.
Muchos han muerto en su niñez debido al camino seguido por padres
y maestros sin juicio que han forzado su intelecto, con amenazas o
lisonjas, cuando eran demasiado jóvenes para estar encerrados en el
aula de clases. Sus mentes han sido sobrecargadas con lecciones, en
vez de esperar hasta que su constitución física fuera suficientemente
fuerte para soportar el esfuerzo mental. Debe permitirse a los niños
pequeños que corran libremente como corderitos, que sean felices, y
deben proveérseles las oportunidades más favorables para establecer
los cimientos de constituciones sanas.
Los padres deben ser los únicos maestros de sus pequeños hasta
que éstos hayan cumplido de ocho a diez años. Los padres deben
abrir ante sus hijos el gran libro de la naturaleza de Dios, tan pron-
to como ellos puedan comprenderlo. La madre debe tener menos
amor por lo artificial en su hogar, no debe gastar tanto tiempo en