El sábado en nuestros sanatorio
Se me ha instruido que nuestras instituciones médicas deben
ser testigos de Dios. Se han establecido para aliviar a los enfer-
mos y los afligidos, para reavivar el espíritu de investigación, para
diseminar la luz y promover la reforma. Estas instituciones, debi-
damente dirigidas, serán los medios para llevar el conocimiento de
la reforma—indispensable para preparar a un pueblo para la venida
del Señor—ante muchos que de otra manera nos hubiera resultado
imposible alcanzar.
Muchos de los que frecuentan nuestras instituciones médicas
tienen elevadas ideas acerca de la presencia de Dios en la institución
que visitan, y son muy susceptibles a las influencias espirituales pre-
valecientes. Si todos los médicos, las enfermeras y los colaboradores
andan con circunspección delante de Dios, tendrán a su alcance un
poder más que humano para tratar con estos hombres y mujeres.
Todas las instituciones cuyo personal es consagrado están inundadas
por el poder divino; y quienes las frecuentan no sólo obtienen alivio
para los sufrimientos corporales, sino que también encuentran un
bálsamo sanador para sus almas enfermas por el pecado.
Que los dirigentes entre nuestro pueblo hagan énfasis en la
necesidad de mantener una poderosa influencia religiosa en nuestras
instituciones médicas. El Señor desea que éstas sean lugares donde se
lo honre de palabra y de hecho, lugares donde su ley sea magnificada
y las verdades de la Biblia sean hechas prominentes. Los médicos
misioneros deben realizar una gran obra para Dios. Deben estar bien
despiertos y velar, y revestirse con todas las piezas de la armadura
cristiana, y pelear valientemente. Deben ser leales a su Dirigente,
deben obedecer sus mandamientos, incluyendo el que les sirve para
revelar la señal de su orden.
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Testimonies for the Church 7:104-109 (1902)
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