No para los que andan en busca del placer
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las personas con quienes nos relacionamos en el trabajo a conocer
más de cerca las cosas de Dios
Si hemos de incurrir en el gasto de construir sanatorios con el
fin de trabajar en favor de la salvación de los enfermos y afligidos,
debemos planear nuestro trabajo de tal manera que las personas a
quienes deseamos ayudar reciban lo que realmente necesitan. Debe-
mos hacer todo lo que podamos por alcanzar la sanidad del cuerpo;
pero debemos hacer de la sanidad del alma un asunto de importancia
mucho mayor. Se debe mostrar el camino de la salvación a los que
llegan como pacientes a nuestro sanatorio, para que puedan arrepen-
tirse y escuchar las palabras: Tus pecados te son perdonados; vete
en paz, y no peques más...
El tiempo y las fuerzas de hombres capaces de llevar adelante la
obra del Señor tal como él lo ha indicado, no deben absorberse en
una empresa establecida con el fin de acomodar y entretener a los
buscadores de placeres, cuyo deseo supremo consiste en gratificar el
yo. Sería un peligro para la seguridad de esos obreros conectarlos
con una empresa tal. Mantengamos a nuestros jóvenes y señoritas
alejados de tales influencias peligrosas. Y si los hermanos se empe-
ñan en el establecimiento de una empresa tal, no harían avanzar la
obra de la salvación de las almas como ellos creen.
Nuestros sanatorios se deben establecer con un solo objetivo:
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el progreso de la verdad presente. Y se los debería dirigir de tal
manera que en la mente de los pacientes que acuden a ellos para
tratarse se produzca una impresión decidida en favor de la verdad.
La conducta de los obreros, desde el gerente hasta el trabajador
que ocupa la posición más humilde, debe dar testimonio en favor
de la verdad. Una atmósfera de espiritualidad debe caracterizar
a la institución. Tenemos un mensaje de amonestación que dar
al mundo, y las personas que lleguen a nuestros sanatorios deben
quedar impresionadas con nuestra sinceridad y devoción al servicio
de Dios...
Vivimos en el mismo final de la historia de la tierra, y debemos
actuar con cautela, comprendiendo cuál es la voluntad del Señor y,
dirigidos por su Espíritu, realizar una obra que signifique mucho
para su causa, y que consista en la proclamación de un mensaje de
Testimonies for the Church 7:95-97 (1902)
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