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Consejos Sobre la Salud
estando vacía la tesorería del Señor, sus obreros no dispongan ya de
los recursos necesarios para cumplir la tarea que se les ha confiado.
Nuestras instituciones más antiguas han gastado sumas de dinero
que superaban lo necesario. Los que estimaron propio obrar así
pensaban que ese gasto daría carácter a la obra, mas el argumento
no justifica esos gastos exagerados.
Dios desea que en nuestras instituciones se manifieste siempre el
espíritu humilde y manso del Maestro, quien es la Majestad del cielo
y el Rey de gloria. No se ha estudiado debidamente la primera venida
de Cristo. El vino para ser nuestro Ejemplo en todo. Su vida fue una
vida de estricta abnegación. Si seguimos su ejemplo, no gastaremos
jamás dinero sin necesidad. No hemos de buscar lo que sólo sería
ostentación. Procuraremos más bien que la luz resplandezca por
medio de nuestras buenas obras y que Dios sea glorificado por el
empleo de los mejores métodos de sanar a los enfermos y aliviar a
los que sufren. Lo que da carácter a nuestra obra, no es el dinero
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que enterramos en la construcción de nuestros edificios, sino nuestra
perseverancia en los principios religiosos y la semejanza de nuestro
carácter al de Cristo.
Los errores cometidos en el pasado en la construcción de ciertos
edificios, deben ser advertencias saludables para lo por venir. Debe-
mos ver en qué se equivocaron otros, y en vez de imitar sus errores,
tratar de hacer mejor que ellos. En todo paso adelante, debemos
tener en cuenta la necesidad de ahorrar. No debe hacerse ningún
gasto inútil. El Señor vendrá pronto, y nuestros gastos en edificios
deben armonizar con nuestra fe. Nuestros fondos deben dedicarse
a amueblar habitaciones alegres, y asegurar a los enfermos buenos
alimentos, así como un ambiente favorable para la salud.
Nuestras ideas referentes a construir y amueblar las institucio-
nes deben ser regidas por la práctica de una comunión constante y
humilde con Dios. No debe considerarse necesario dar a esos es-
tablecimientos una apariencia de riqueza. No debe confiarse en la
apariencia como medio de obtener éxito. No es más que un engaño.
El deseo de mantener una apariencia inconveniente a la obra que
Dios nos ha asignado, que sólo podría mantenerse gastando fuertes
sumas de dinero, es un tirano sin misericordia; es como un cáncer
que destruye las entrañas.