Economía en el funcionamiento
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que brillará continuamente en el camino de los que practican hábitos
equivocados..
Todos los que se relacionan con nuestras instituciones debieran
ejercer un cuidado celoso para que nada se desperdicie, aunque el
asunto no tenga que ver directamente con el trabajo que se les ha
asignado. Todos pueden contribuir en algo a la economía. Todos de-
bieran realizar su trabajo, no para ganar la alabanza de los hombres,
sino para que soporte el escrutinio de Dios.
Cristo dio una vez a sus discípulos una lección sobre economía,
la cual es digna de cuidadosa atención. Obró un milagro para ali-
mentar a los miles de personas hambrientas que habían escuchado
sus enseñanzas; sin embargo cuando todos hubieron comido y estu-
vieron satisfechos, no permitió que se desperdiciaran los alimentos.
Aquel que en la necesidad podía alimentar vastas multitudes me-
diante su poder divino, pidió a sus discípulos que reunieran lo que
sobró a fin de que nada se perdiera. Esta lección se dio tanto para
nuestro beneficio como para los que vivían en los días de Cristo. El
Hijo de Dios se preocupa de las necesidades de la vida temporal. No
descuidó los fragmentos después de la fiesta, aunque podía realizar
esa fiesta cuando quiera que lo deseara. Los obreros de nuestra insti-
tuciones harían bien en escuchar esta lección: “Recoged los pedazos
que sobraron, para que no se pierda nada”.
Juan 6:12
. Este es el
deber de todos, y los que ocupan posiciones directivas debieran dar
el ejemplo.
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Testimonies for the Church 4:571-573 (1881)
.
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