Página 373 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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La obra del médico por las almas
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dificultades que haya de arrostrar, ésta es la obra solemne y sagrada
de la profesión médica
Hay que practicar los métodos de Cristo
La verdadera obra misionera es aquella en la cual la obra del
Salvador está mejor representada, sus métodos copiados más de
cerca, mejor fomentada su gloria. La obra misionera que no alcance
esta norma se registra en el cielo como defectuosa. Será pesada en
las balanzas del santuario y hallada falta.
El médico debe tratar de dirigir la mente de sus pacientes a
Cristo, el Médico del alma y el cuerpo. Aquello que los médicos
sólo pueden intentar hacer, Cristo lo realiza. El agente humano se
esfuerza por prolongar la vida. Cristo es la vida. El que pasó por la
muerte para destruir a aquel que tiene el imperio de la muerte es la
fuente de toda vitalidad. En Galaad hay bálsamo y médico. Cristo
soportó una muerte atroz en las circunstancias más humillantes para
que tuviésemos vida. Dio su preciosa vida para vencer la muerte.
Pero se levantó de la tumba, y las miríadas de ángeles que vinieron a
contemplarle mientras recuperaba la vida que había depuesto, oyeron
sus palabras de gozo triunfante cuando, de pie sobre la tumba abierta
de José, proclamó: “Yo soy la resurrección y la vida”.
Cristo iluminó la tumba
La pregunta: “Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir?” (
Job
14:14
), ha sido contestada. Al llevar la penalidad del pecado y al
bajar a la tumba, Cristo la iluminó para todos los que mueren con fe.
Dios, en forma humana, sacó a luz la vida y la inmortalidad por el
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Evangelio. Al morir, Cristo aseguró la vida eterna a todos los que
crean en él. Al morir condenó al instigador del pecado y la deslealtad
a sufrir la pena del pecado: la muerte eterna.
El Poseedor y Dador de la vida eterna, Cristo, fue el único que
pudo vencer la muerte. El es nuestro Redentor; y bienaventurado
es todo médico que es, en el verdadero sentido de la palabra, un
misionero, un salvador de las almas por las cuales Cristo dio su
vida. Un médico tal aprende del gran Médico día tras día a velar
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Joyas de los Testimonios 2:486-491
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