Página 430 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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Hay que seguir los métodos de Crist
De los métodos de trabajo de Cristo debemos aprender muchas
lecciones valiosas. El no siguió un solo método; en diversas formas
procuró captar la atención de las multitudes, y habiendo tenido éxito
en eso, les proclamaba las verdades del Evangelio. Su obra principal
consistía en el trabajo en favor de los pobres, los necesitados y los
ignorantes. Les presentaba con sencillez las bendiciones que podrían
recibir, y de esa forma despertaba el hambre del alma por la verdad,
el pan de vida.
La vida de Cristo es un ejemplo para todos sus seguidores, por-
que muestra el deber de los que han aprendido el camino de la vida
de enseñar a otros lo que significa creer en la palabra de Dios. Ac-
tualmente hay muchos que se encuentran en la sombra de la muerte
y que necesitan ser instruidos en las verdades del Evangelio. Casi
todo el mundo se encuentra sumergido en la maldad. A todos los
creyentes en Cristo se les han dado palabras de esperanza para los
que se encuentran en las tinieblas: “Tierra de Zabulón y tierra de
Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los genti-
les; el pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; y a los asentados en
región de sombra de muerte, luz les resplandeció”.
Mateo 4:15-16
.
Es necesario que gente joven y consagrada se dedique al trabajo
de enfermería. A medida que estos hombres y mujeres jóvenes
utilicen conscientemente el conocimiento que obtengan, aumentarán
en capacidad, llegarán a estar mejor calificados para ser las manos
ayudadoras del Señor.
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El Señor busca hombres y mujeres sabios, que puedan actuar
como enfermeros, para que consuelen y ayuden a los enfermos y
dolientes. Ojalá que todas las personas afligidas puedan ser atendidas
por médicos y enfermeros cristianos que puedan ayudarles a colocar
sus cuerpos cansados y doloridos al cuidado del Gran Sanador; y a
que vuelvan su vista hacia él en busca de restauración. Si mediante
una atención juiciosa el paciente es conducido a entregar su alma a
[
The Review and Herald, 24 de diciembre de 1914
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